Saludines,
Continuamos el repaso perruno con lo que otras civilizaciones han hecho por nosotros este 2024. Y lo hacemos con los oídos llenos de discos memorables de metal, hardcore, post punk, punk... y otros muchos estilos, que nos hace preguntarnos si hay música un poco más allá de lo internacional. Lo investigaremos. De momento, seguimos dando la vuelta al globo. ¡Al lío!
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Robert Smith por Charlie Gates |
Amyl & The Sniffers. Cartoon Darkness (Rough Trade/Popstock!, 2024). Intratables. Un comienzo agarrando por la solapa con Jerkin no puede hacer prisioneros. Continuan la tradición patriótica de combinar melodías embaucadoras con dientes rotos, y llevando la institución del sonido Pub por bandera. La chulería de U should not be doing that, el gamberrismo de esa cara B que es Facts o Tiny Bikini, bailables en clave de pogo como Do it, revolcones de realidad como Big Dreams o ese toque de peligrosidad aussie que no acaba nunca de marcharse en It's mine. Up Amyl!
Thou. Umbilical (Sacred Bones, 2024). Después de un disco tributo a la escena grunge de los noventa con Blessing of the highest order (Robotic Empire, 2020), y la excelente colaboración junto a Emma Ruth Rundle ese mismo año con May our chambers be full (Sacred Bone Records, 2020), había que arrastrarse hasta 2016 para dar con su última colección de material nuevo. Umbilical vuelve a precipitar nuestras angustias por los terrenos machacones del doom y del sludge, ahogándonos en composiciones tan opresivas como Narcissist’ Player o Siege Perilous, o esculturas monolíticas con House of ideas, pero que a su manera también cuentan con respiraderos en las canciones más directas I feel nothing when you cry o Unbidden guest.
Blood Incantation, Absolute Elsewhere (Century Media, 2024). Tachar el disco de los estadounidenses de obra maestra, como puede leerse por ahí, igual es un poco atrevido. Revisionismo metalero del catálogo básico del rock progresivo de la década de los setenta, sí. Algún problema, ninguno. Por supuesto que es de buena familia (ahí tenemos, en otras ligas, a unos Lemon Twigs fusilando a los Beach Boys y a Beatles) llevar a cabo una peregrinación a las fuentes en vez de levantar álbumes en honor a estas, pero un remojón por sonidos Pink Floydianos o a lo Tangerine Dream por las aguas del death metal, no me digan que no es una opción de lo más curiosa para un fin de semana tonto.
The Messthetics and James Brandon Lewis (Impulse! Records, 2024). Interesantísimo desafío sonoro que aúna las fuerzas de uno de los saxos tenores más potentes de la actualidad, James Brandon Lewis, junto al trío de rock experimental que conforman el bajista Joe Lally, el batería Brendan Canty (ambos ex miembros de Fugazi), y el guitarrista Anthony Pirog. La potencia de ambas partes se contienen en vías de ofrecer un disco disfrutable desde todas las esquinas, sin en ningún momento dejar volar sus inquietudes artísticas, y ofreciendo espasmos de genialidad desde los que trazar caminos que comunican formas de expresión tan aparentemente antagónicas como el hardcore y el jazz. Desde las piezas más agresivas con Emergence o Fourt Wall, la juguetona The time is the place, o la gozada de Railroad tracks home. Una absoluta delicia para oídos despiertos.
Para completar la remesa de este año, mucho y variado. Desde la perfecta colección de cancioncillas alrededor de las brasas todavía candentes de la época dorada del pop con The Lemon Twigs en A Dream is all we now (Capture Tracks, 2024); el desparpajo de unas jovencísimas The Linda Lindas (Mila de la Garza de 14 a la batería, su hermana Lucia de la Garza de 18 a la guitarra, la prima de estas Eloise Wong de 16 años al bajo, y Bela Salazar de 20 años en la guitarra) en No obligation (Epitah, 2024) y que bajo el amparo de Epitaph Records y con la producción de Carlos de la Garza, padre de dos de las criaturas y responsable del sonido de, entre otros, los últimos trabajos de Paramore, devuelven a la vida el sonido de las Bikini Kill, con temacos tan redonditos como Resolution/Revolution o All in my head; el cambio de estilismo musical de JD Mcpherson, Nite Owls (New West Records, 2024) que aún alterando un poco la imagen que teníamos tras discos tan fantásticos como Signs and Signifiers (Rounded, 2012), nos trae un disco cortito, amable y variadito, con picoteos desenfadados como Sunshine getaway o The rock and roll girls aunque también aires íntimos en Nite Owls o surferos como The Phantom Lover; la delicadeza de Michael Kiwanuka en Small Changes (Interscope, 2024) con el “peliculero” Danger Mouse en la producción, que aunque sin un “punch” particular que lo separe de forma muy destacada de sus hermanos de camada discográfica, logra cautivarnos otra vez más con canciones tan bonitas como las dos Lowdown, One and only o la propia Small changes; nuestros queridos Anciients, con Beyond the reach of the sun (Season of Mist, 2024), que con unos Opeth en su mejor forma, no ha habido hueco para incluirles pero que se han cascado un soberano ejercicio de sludge metal progresivo, para goce y disfrute de los que oes consideramos los hermanos pequeños de Mastodon; las argentinas Fin del Mundo, quienes de la mano de Spinda Record, y casi sin tiempo de digerir su fantástico debut del pasado año, llegan con otra dosis de dream pop y post rock con Hicimos crecer el bosque (Spinda Records, 2024); y para terminar, Fountaines DC, Favourite (XL Recordings, 2024) quienes con un comienzo a lo Depeche Mode abren un disco que, aunque dentro del estanque del sonido británico de los noventa y perpetuando el legado de bandas a lo Stone Roses o incluso Oasis, rehúye del encasillamiento como un pez recién salido del agua. La producción de James Ford, nos lleva sin esfuerzo al gancho de los Artic Monkeys y el atrevimiento y un buen tino con las composiciones hace el resto.
Qué más queréis. Mucha música para este 2025, y mucha salud.
PD: Listas. A saber:
Lo mejor de lo internacional, y las mejores canciones de este año.
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