Robert Smith, The Cure, por Valerio Berdini |
El pasado año, un partido político de cuyo nombre prefiero no acordarme hizo sonar durante uno de sus mítines la canción No puedo vivir sin ti de Los Ronaldos. Coque Malla, cantante de la banda madrileña, escribió en redes sociales un comunicado expresando su incomodidad con el asunto y explicando, entre otras cosas, que "media España" creía que No puedo vivir sin ti hablaba de la cocaína. "No se preocupen, señores de, la otra media sabe la verdadera inspiración de la canción, que no es otra que la relación homosexual entre dos amigos gais muy queridos”.
Lo interesante del asunto no es que se tratase de una canción de amor entre dos gais o dos heteros, al final es una canción de amor (aunque en este caso el contexto sea glorioso), lo fascinante es que la mitad del país hubiese hecho suya la idea de que la canción tratase de la cocaína. Y es que puede ser que muchas veces el pueblo soberano no tenga muy claro el significado de las canciones que tanto le gusta cantar, bien porque la cosa no quedaba muy clara desde el principio o bien, y esta es mucho mejor, porque les haga ilusión hacerse con una lectura propia de la misma que no tiene porqué coincidir exactamente con la original. Por esto, despistados lectores, os proponemos una lista de artistas que en algún momento de su carrera han dicho eso de "no estáis entendiendo nada".
El aterrizaje del rock 'n roll en el puritanismo americano de mediados de los años cincuenta, estuvo plagado de casos en los que la industria musical tuvo que meter mano al significado inicial de canciones que más tarde se convertirían en grandes éxitos, con el fin de hacerlas digeribles para la frágil conciencia blanca de aquel entonces. Ese "blanqueamiento" afectó a cantantes como Big Mama Thornton y su Hound Dog, o Big Joe Turner con Shake rattle & roll, viéndose reflejado en las versiones que de esos mismos temas realizaron Elvis Presley y Billy Haley respectivamente. Pero para abrir la lata de esas "canciones no entendidas" (del todo), empezaremos con un caso de "higienización" musical que tuvo como protagonista a Little Richard y su clásico Tutti Frutti el cual, como vamos a ver, no fue creado exactamente como la divertida oda a la macedonia de frutas que hoy conocemos. En 1955, durante un descanso en una de sus grabaciones, el pequeño Richard se sentó al piano dando rienda suelta a una cancioncilla que había compuesto hace años, y que hasta entonces paseaba sin muchas aspiraciones por los locales nocturnos que le habían servido de cobijo artístico. En aquel momentfo, el productor de la sesión Robert "Bumps" Blackwell vio que aquello que salía de la endiablada figura de Richard podía ser un éxito, pero había un problema. La letra era: "Tutti Frutti, good, booty / If it don’t fit, don’t force it / You can grease it, make it easy" (Tutti Frutti, buen culito / Si no entra, no lo fuerces / puedes engrasarlo, para hacerlo más fácil). Tutti Frutti era el término que en el argot de la calle se utilizaba para referirse a los gais. La expresión sonaba bien y su significado no era evidente, pero el resto… había que cambiarlo. Y así es como surgió el archiconocido Tutti frutti, all rooty, a-wop-bop-a-loon-bop-a-boom-bam-boom. Después de saber esto, muchos se lavarían la lengua con jabón.
El aterrizaje del rock 'n roll en el puritanismo americano de mediados de los años cincuenta, estuvo plagado de casos en los que la industria musical tuvo que meter mano al significado inicial de canciones que más tarde se convertirían en grandes éxitos, con el fin de hacerlas digeribles para la frágil conciencia blanca de aquel entonces. Ese "blanqueamiento" afectó a cantantes como Big Mama Thornton y su Hound Dog, o Big Joe Turner con Shake rattle & roll, viéndose reflejado en las versiones que de esos mismos temas realizaron Elvis Presley y Billy Haley respectivamente. Pero para abrir la lata de esas "canciones no entendidas" (del todo), empezaremos con un caso de "higienización" musical que tuvo como protagonista a Little Richard y su clásico Tutti Frutti el cual, como vamos a ver, no fue creado exactamente como la divertida oda a la macedonia de frutas que hoy conocemos. En 1955, durante un descanso en una de sus grabaciones, el pequeño Richard se sentó al piano dando rienda suelta a una cancioncilla que había compuesto hace años, y que hasta entonces paseaba sin muchas aspiraciones por los locales nocturnos que le habían servido de cobijo artístico. En aquel momentfo, el productor de la sesión Robert "Bumps" Blackwell vio que aquello que salía de la endiablada figura de Richard podía ser un éxito, pero había un problema. La letra era: "Tutti Frutti, good, booty / If it don’t fit, don’t force it / You can grease it, make it easy" (Tutti Frutti, buen culito / Si no entra, no lo fuerces / puedes engrasarlo, para hacerlo más fácil). Tutti Frutti era el término que en el argot de la calle se utilizaba para referirse a los gais. La expresión sonaba bien y su significado no era evidente, pero el resto… había que cambiarlo. Y así es como surgió el archiconocido Tutti frutti, all rooty, a-wop-bop-a-loon-bop-a-boom-bam-boom. Después de saber esto, muchos se lavarían la lengua con jabón.
Little Richard, fotografía del archivo de Michael Ochs |
Siguiendo con la temática sexual, el polémico Serge Gainsbourg compuso en 1966 la canción Les sucettes para la por aquel entonces jovencísima France Gall, una inocente historia sobre una niña llamada Annie a la que le gustaba mucho chupar piruletas de anís…En fin. Se cuenta que la propia cantante se enteró del verdadero significado de la canción mientras estaba de gira, lo que le llevó a romper su relación laboral con Gainsbourg; Dentro de nuestras fronteras, el bueno de Raimundo Amador era reticente a entonar el Ay qué gustito pa mis orejas (Gerundia, 1995), escrita para él por Pablo Carbonell como tributo al sexo oral femenino. Ese "no te oigo bien porque ando sumergido en tu miel" era demasiado para el alma gitana de Raimundo, pero lo que empezó como un “yo no puedo cantar eso, Pablo” se acabó convirtiendo en uno de los mayores éxitos de su carrera.
Where the wild roses grow, canción que interpretarían a la limón Nick Cave y Kylie Minogue, suele ser vista como un hermosa balada ideal para el roce cuerpo a cuerpo, pero produce un intenso malestar descubrir que su letra realmente esconde la leyenda irlandesa de Elisa Day, a la que llamaban Rosa Salvaje, que según se cuenta fue asesinada y lanzada al río con una rosa en la boca al son de las palabras “toda belleza debe morir”; Pero si hablamos de poner los pelos de punta, debemos hablar de Dance me to the end of love de Leonard Cohen. Recogida en el Various Positions de 1984, también se nos presenta envuelta entre la suavidad de una canción de amor, cuando realmente viene acompañado por uno de los trasfondos más cruentos posibles. Su autor ha explicado en alguna ocasión que escribió esta canción cuando leyó sobre la práctica que se daba en algunos campos de concentración de obligar a un cuarteto de cuerda formado por reclusos, a tocar mientras compañeros suyos era asesinados. En favor de los que ven este tema como una canción de amor, el propio Cohen defendería que "llévame bailando hasta tu belleza con un violín ardiente, retrata a la misma belleza acompañando al final de la existencia como elemento pasional de esa consumación. Pero es el mismo lenguaje que usamos para entregarnos a la persona amada, de ahí la canción: no es importante que nadie conozca el origen de la misma ya que, si el lenguaje viene de ese recurso apasionado, será capaz de abarcar toda la actividad apasionada”.
Leonard Cohen por Graeme Mitchell |
Otro tema tabú que suele hallarse escondido en no pocas canciones de amor y extraños viajes, es el de la drogadicción. Got to get you into my life de los Beatles, incluida en su disco Revolver (Parlophone, 1966) pasa por ser una hermosa canción acerca de un hombre que ha caído perdidamente enamorado, con la pequeña peculiaridad que su media naranja es la marihuana; Nacho Vegas canta a la cocaína en Blanca, del álbum Actos inexplicables (Limbo Starr, 2001), donde detalla el ascenso y la caída provocada por las drogas como si fuera una historia de amor, con versos como "¿Por qué me dejas caer, tú que me subiste aquí, tú que me trataste tan bien, cuando yo me enamoré de ti?"; Rosendo utiliza el viaje en El tren para escenificar el subidón provocado por unos ácidos azules que se llamaban precisamente así "Un día yo quise viajar en él/ Subí despacio y me acomodé./ Vi rostros deshechos de satisfacción./ Si controlas tu viaje serás feliz". Presente en el primer álbum de Leño, no era exactamente lo que muchos adolescentes despistados de la época pensaron; A estas alturas de la vida, Lou Reed no va a salir en redes sociales aclarando si Perfect Day (Transformer, 1972) trata sobre un romántico día enamorado o sobre un día de colocón, hay opiniones para todo, pero lo que es cierto es el imaginario popular se vio alimentado porque la canción protagonizaría en 1996 uno de las escenas más famosas de la película de Danny Boyle Trainsportting en la que el prota sufre una sobredosis. Casualidades.
Fotograma de la película Trainsportting. Just its a perfect day |
Otro éxito que paseo por nuestra jeta una advertencia apocalíptica sin que nos diéramos cuenta fue 99 luftballons o 99 Red ballons (en su versión inglesa) de la alemana Nena, que a ritmo de jitazo ochentero se refería a la tensión que en aquel momento existía entre los dos bloques alemanes antes de la caída del muro. Vamos a la wikipedia “Tanto la versión alemana como la inglesa cuentan la historia de 99 globos que flotan en el aire. Las fuerzas militares se confunden al detectar los objetos que vuelan, se asustan, sobrerreaccionan y lanzan un ataque nuclear apocalíptico”.
Pero lo realmente maravilloso de todo este asunto es provocar un ataque de impotencia en los artistas ante la negación de los oyentes a captar el mensaje. Esa es la clave. The Police escribió la canción De Do do do, De da da da (Zenyattà Mondatta, 1980) convencidos de que la peña pillaría la crítica que albergaba al discurso vacío de los políticos que se dedicaban a llenarlo con palabras simples y sin sentido, y acabó quejándose de que la gente que la escuchaba no ponía atención en la letra si no que se dedicaba a repetir el coro; Según el biógrafo de Nirvana, Michael Azerrad, Kurt Cobain era consciente de que muchas personas no entenderían sus canciones y simplemente cantarían a ciegas con ellas, así que engendró In Bloom (Nevermind, 1991) con la esperanza de que a algún paleto abusón, a los que va dedicada, le gustase cantarla.
Kurt Cobain por Michel Linssen |
Janis Joplin escribió Mercedes Benz como un canto en contra del consumismo,y años más tarde la propia marca Mercedes utilizaría la canción para vender coches; Joe Strummer, cantante de The Clash, casi le da un mal al enterarse de que una bomba de la guerra del golfo llevaba escrito un Rock the casbah, el título de su más famosa canción antimilitar; y Manic Street Preachers tomaron acciones legales contra la ultraderechista Liga de Defensa Inglesa por utilizar una canción suya para promocionar una manifestación en Birmingham. Para más ####nes la canción seleccionada fue If you tolerate this your children will be next, que contiene la frase “Si disparo conejos, puedo disparar fascistas”, y tomaba el título de un póster republicano español de 1938 por el que se trataba de conseguir apoyo internacional en la lucha contra Franco. Lo que es, no enterarse de nada.
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