Espero que todo bien,
En lo que nos vamos habituando a eso de tener una pandemia alrededor de nuestras vidas, vamos a tratar de desconectar haciendo un repasito por los lanzamientos y descubrimientos que están llegando a nuestras arcas sonoras porque, alguno de ellos, llevan camino de alimentar la lista de fin de año. En la recolección de hoy tenemos Pearl Jam, Nine Inch Nails, Idles, James Carr y Barishi. Hay para todos.
Mucho ánimo.
Pearl Jam por Danny Clinch |
Pearl Jam. Gigaton (Monkeywrench, 2020). Undécimo trabajo de estudio de los míticos de Seattle, que nos llega siete años después de su último e irregular Lighting Bolt (Monkeywrench, 2013). No es sano esperar que estos maduritos nos sorprendan con cada lanzamiento con discos como los que vistieron sus vitrinas en los años noventa, pero siempre es una alegría saber que siguen con ganas de grabar nuevo material. Este Gigaton es un agradable trabajo en su música y mucho más interesante en sus letras, donde abordan problemas como la primera era Trump o el cambio climático, y aunque no llega a ser la renovación sonora que invitaba a pensar su adelanto Dance of the clarvoyants, tiene sus cosillas. Su punto negativo es que quizá sea un disco que vaya de más a menos y que adolezca de un pequeño exceso de cortes, pero hay temas más que interesantes como Quick Escape o Superblood wolfmoon, guiños a Soundgarden en Take the long away o buenas acústicas como Buckle up y Comes then goes. No está tan mal después de todo, y siempre es refrescante ver colear a los dinosaurios.
Nine Inch Nails. Ghost V (The Null Corporation, 2020). Aprovechando el confinamiento voluntario, Trent Reznor y Atticus Ross, es decir Nine Inch Nails, han puesto en descarga gratuita los volúmenes cinco y seis de su serie “Ghosts”, saga que comenzaría en 2008 con el macro álbum Ghost I-IV (The Null Corporation, 2008), por esto de animar al personal en plena crisis sanitaria por el Covid-2019. Ya sea porque el dúo se ha visto llevado por el clima de encierro al que estamos sometidos, o bien por la inercia tomada con la fantástica banda sonora que editaron el pasado año con la serie Watchmen, pero lo cierto es que las atmósferas calmadas y algo siniestras que recogen estos nuevos trabajos, encuentran un reflejo casi perfecto hasta llegar a convertirse en una acertada banda sonora para estos días.
Idles. Cry to me (Joy as act of resistance, 2018). Los Idles irrumpieron en el panorama musical en 2017, cuando se suponía que el rock estaba muerto y el punk fuera de lugar, poniendo en el mercado su primer trabajo Brutalism (Partisan, 2017) y el segundo, Joy as an act of resistance (Partisan, 2018), sólo unos meses después. La aparición de estos tipos de Bristol con cara de habérselas visto en más de una pelea parecía seguir el patrón de otros muchos, pero si ahora te paras a observarlos detenidamente resulta que su meta era dar con el lado optimista de la mala leche: Si bien es cierto que su música nos invita a destruir el mundo a guitarrazos, sus letras nos dan la claves para construirlo. Y esa dicotomía es la que resulta tan atractiva de los ingleses. Sus canciones tratan temas tan profundos como la xenofobia, el machismo, el Brexit o el sensacionalismo desde un nivel de cabreo que acaba por usar la ironía como principal arma arrojadiza. La alegría como acto de resistencia, título de este trabajo, fue elevado a los altares de mejor disco del año en muchas publicaciones de renombre y recogía esta tremenda versión del clásico de Solomon Burke de 1961, Cry to me.
Barishi. Entombed in gold forever (Season of mist, 2020). Entombed in gold forever es uno de los tres adelantos con los que hasta ahora la banda norteamericana de sludge y metal progresivo ha ido desgranando lo que será su Old Smoke (Season of Mist, 2020), al que desde aquí ya vamos reservando un lugar para nuestro top diez anual. La banda tiene hasta ahora un plastiquito en el mercado, Blood from the Lion's Mouth, también editado a cobijo del prestigioso sello de Season of Mist en 2016, con el que ya apuntaban muy buenas maneras a la hora de destacar melodías con gancho sobre un entramado de cruda agresividad. Un nutrido preparado de metal extremo con complejas estructuras instrumentales que esconden simas de una negrura tan profunda que nos hacen volver a sumergirnos con sumo gozo en la espeleología metalera más cavernaria. Vamos, que nos viene encima lo que viene siendo un discazo.
James Carr. You Got My Mind Messed Up (Godwax, 1967). La carrera de James Carr estuvo marcada por la enfermedad mental de trastorno bipolar que le lastró a la hora de lograr las cotas de popularidad de contemporáneos como Otis Redding o Solomon Burke; sin embargo, muchas de sus grabaciones son aún hoy consideradas como únicas. Muchos historiadores lo elevan como una de las voces más imponentes del soul, pese a que su discografía se resuma en apenas cuatro discos. Dos de ellos grabados a finales de la década de los 60, You Got My Mind Messed Up (Godwax, 1967) y A man needs a woman (Goldwax, 1968), y los otros dos treinta años después, Take me to the limit (Goldwax, 1991) y Soul Survivor (Goldwax, 1994). Pese a su talento, su falta de ambición unido a las medicaciones y su inclinación a caer en trances semi-catatónicos, sabotearon todos los intentos de avanzar en su carrera. Su vida fue un viaje infeliz y confuso, cuyos desvíos le impidieron capitalizar su indudable valía. Cuando los compositores Dan Penn y Chips Moman se pararon durante una partida de póquer para escribir una de las baladas más profundas del soul, The Dark End Of The Street, no soñaron en encontrar una voz mejor, pero hoy nos vamos a fijar en otro tema pausado recogido en el que fue su debut, Pouring water on a drowning man. Joyón.
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