En lo que desembalamos el nuevo año y nos
habituamos a sus nuevas funcionalidades, mi perro ha preparado su tradicional
selección de lo mejor del año para que no temamos al silencio en lo que
montamos todo de nuevo. No se os ocurra mirar por el retrovisor, la imagen es
dantesca.
Va por Fats, Tom, Chris, Malcolm, Chuck,
Chester, Charles y todos mis compañeros muertos.
Salud y.... ¡Subid el volumen! (viene
cargadito).
Motorpsycho por Geir Morgen |
Zeal & Ardor - Devil is fine
(MVKA, 2017). Manuel Gagneux,
cara más visible de Zeal & Ardor, es un músico suizo-americano
residente en Nueva York y aficionado a la mezcla indiscriminada de géneros
musicales al que un día, mientras tonteaba con su papel de “Dr Moreau” en un
foro musical, le sugirieron el cruce entre el black metal y el blues.
Esta casualidad fue el origen de uno de los proyectos más impresionantes del
pasado año (realmente fue autoeditado y distribuido online en 2016,
aunque adoptado en 2017 por la discográfica MVKA para su soporte físico) y que tontamente ha inmortalizado la
conexión entre ambos estilos tan aparentemente lejanos. Y destaco lo de “aparentemente”
porque si escuchamos los Field hollers (cantos espirituales que
entonaban los esclavos afroamericanos y principal sustrato a partir del cual
nacería posteriormente lo que conocemos como blues) sobre los que se estructura este trabajo, resulta
sorprendente no sólo que no desentone el halo maldito que los gritos black metaleros imprimen al discurso de sufrimiento y adoración por lo
prohibido que proclaman, sino que además acentúan la fuerza del mismo. El black primigenio, aquel que nació como
una expresión popular de odio hacia la imposición de la cultura cristiana en
Noruega, acaba dándose la mano con el blues,
que también tiene un origen ligado a la represión que sufrieron los esclavos
negros en Estados Unidos. Ideas parecidas, distinta época y temperatura
(supongo). El resultado es un LP de apenas veinticinco minutos, donde la mezcla
se presenta amasada junto a coqueteos con la electrónica y guiños a sonidos
infantiles encerrados en cajas de música, que visten los interludios y que
confieren una dimensión más terrorífica al conjunto. Pena que el trabajo no se
haya tomado demasiado en serio por su creador, tanto en el número de cortes como
la profundidad de lo conseguido, porque se podría haber logrado una invocación
del maligno en condiciones. Una canción: Come
on down. (Bandcamp, Spotify).
Mastodon - Emperor of sand (Roadrunner, 2017). La
travesía por el desierto de este “Emperador
de la arena” llega a lo mejorcito del año alzándose como otro
espectacular disco de Mastodon (¡y van siete!). Lejos de mostrar su cara
más afilada en esta vuelta a sus orígenes conceptuales, los de Atlanta sacan
jugo a la zona de confort alcanzada en los últimos trabajos exprimiendo al
límite su potencial, esta vez sin alejarse demasiado por los senderos de la
experimentación, y poblando este trabajo con un nuevo puñado de canciones matrioska
entrelazadas por los guitarreos imposibles de la pareja formada por Bill
Kelliher y Brent Hinds, y apuntaladas sobre las enérgicas líneas de
bajo de Troy Sanders y los fraseos espídicos
de la batería de Brann Dailor. Puestos a pedir, si hubiesen sustituido
alguno de los temas que componen la parte central del disco, concretamente Word
to the wise o Ancient kingdom, por alguno de los cortes que
entraron en el posterior EP, titulado Cold dark place, (y que contenía la dosis
experimental que quizá echábamos de menos en este Emperor of sand) estaríamos
hablando de la matrícula de honor. Ahora sí, si algo sabe hacer esta gente es
culminar los trabajos, y la traca final que forman Andromeda, Scorpion's
breath y la brutal Jaguar God, es de esas que te
hacen olvidar todos los males. En lo que se descubre el hechizo, seguimos
salivando con cada paso de los norteamericanos, quienes poco a poco llevan
camino de ser una de esas bandas que algún día estudiará en los colegios, si es
que siguen abiertos. Una excusa más para continuar profesando su religión.
Canción: Jaguar God. (Spotify)
Motorpsycho - The Tower (Stickman Records, 2017). Ochenta y cinco minutos de disco no se los permito a
cualquiera, pero si esos cualquier son
toda una leyenda del rock progresivo
contemporáneo con más de veinte discos en el mercado y padres de obras tan
sensacionales como Behind the sun (Stickman, 2014), Heavy metal
fruit (Stickman, 2010), Little lucid moments (Stickman, 2008) o Black
hole, blank canvas (Stickman, 2006), entre otras, pues me lo
pienso. The Tower es la última entrega de la imaginería noruega
al servicio de la historia del progresivo que conforman Bent Sæther, Hans
Magnus "Snah" Ryan y Tomas Järmyr, quien por cierto debuta
en este disco en sustitución del batería de Spidergawd, Kenneth
Kapstad, y que son los encargados de volver a poner a prueba la capacidad
de asimilación de los amantes del género a lo largo y ancho de este doble LP.
Acostumbrados a manejar sin complejos una amplísima paleta de estilos, siempre
con la jam como filosofía de vida, el prolífico trío se presenta con un
horizonte más finito que otras veces y con una clara impronta de rock
progresivo clásico. Salpicados con referencias al pop psicodélico de Pink
Floyd o a los riffazos crimsonianos, encontramos cortes poderosos
como The Tower, las inmensas Bartok of the universe o A.S.F.E, delicadas
piezas como Stardust, o las épicas A pacific sonata y Ship of fools.
Nuevamente el minutaje puede ser un problema a la hora de hincar el diente a la
criatura, pero es el precio a pagar para disfrutar de unas de las bandas con
mayor peso atómico en el género que los alberga. Que os quejáis de vicio. (Spotify)
Spidergawd - IV (Crispin Glover, 2017). Es
cierto que no soy objetivo con este grupo, pero permitidme que insista: ¿CÓMO
es posible que un conjunto como este parezca ser consumido únicamente por un
irreductible grupo de freakies escarbadores de música? ¿Qué más se
necesita para su erupción definitiva, obrar un milagro? Quizá lo de sacar
cuatro discos en cuatro años, sirva. Pero centrémonos en lo que nos ocupa. Spidergawd
IV es el cuarto disco del conjunto formado por estos CUATRO personajes:
Per Borten en la guitarra y voz, Hallvard Gaardlos en el bajo, Kenneth
Kapstad en la batería y Rolf Martin Snustad en el saxo. Nacidos en
el seno de una buena familia como es la de los noruegos, Motorpsycho, Spidergawd
es una de esas bandas emperradas en el pepinazo por bandera, y que siguen de
forma inquebrantable las santas escrituras que buscan revitalizar el rock
enérgico de los setenta, incluso con incursiones por los mundos de los Queens
Of Stone Age, lo que debería ser motivo suficiente para que cualquier
amante del buen guitarrazo se lanzara a su cuello. Cierto que su tercera obra
no enganchó como las dos primeras, pero viendo el resultado del nuevo trabajo
no parece que les haya costado demasiado retomar la senda. Si lo de Is this
love?, Loucille, What you have come, la épica The inevitable,
la invocación de Thin Lizzy en Heaven comes tomorrow o cualquiera
de los temas restantes de este tremendo albumaco no son para amarlos, es que no
tenéis corazón. Exijo conciertos, presencia en festivales y un avión con
tripulación. Estoy muy loco. Canción: What
you have come.(Spotify)
Elder - Reflections of a floating world (Stickman Records, 2017). El
trío de Boston continua con la fascinante arquitectura sonora que descubrimos,
un tanto tardíamente, en su anterior lanzamiento Lore (Stickman, 2015),
y en este nuevo Reflections of a floating world vuelven a proponernos
un viaje a cielo abierto desde el que poder disfrutar de sus paisajes esculpidos
a fuerza de riff. Y es que Elder,
grupo formado por el guitarrista y cantante Nick DiSalvo, el bajista Jack
Donovan y el batería Matt Couto, acaba por resultar una banda
realmente visual. La manera en la que estos orfebres del stoner y el rock progresivo manejan el riff guitarrero como materia prima de su obra consiguiendo sortear
las etiquetas del post rock a base de
levantar totémicos riffs que se
encadenan a modo de cordilleras por los terrenos que sobrevolamos con su
música, es puro arte. Pese a ser un disco que se disfruta con el volumen al
máximo, si afinamos el oído (o la vista) descubriremos que también se trata de
un álbum detallista, en el que la psicodelia trabaja a ras de suelo para
perfilar valles o pequeños detalles hasta recrear un modelo a prueba de los
estudiosos de las texturas. Seis impresionantes canciones que rondan y superan
los diez minutos de policromía tallada sobre piedra, entre las que destacamos Sanctuary,
la inmensa Thousand Hands o la sorprendente y boquiaperturante Blind. (Bandcamp, Spotify)
Kreator - Gods of violence (Nuclear Blast, 2017). ¡Arrepentíos!
El día del juicio final se acerca y el amigo Petrozza estará allí para pasar
lista ¡Ay de aquellos que no hayáis odiado al prójimo, se os haya ocurrido
esparcir buenos pensamientos por la faz de la Tierra o hecho el mal
medioambiental! Kreator vuelve con otra endemoniada carga del mejor thrash metal since 1985, continuando
lo que está siendo la batería explosiva más lograda de su historia, esa que
comenzó con aquel fantástico Violent Revolution (SPV, 2001), y
que devolvió a los alemanes a la jerarquía más alta de las hordas del thrash
europeo. En este Gods of violence, han optado por una mayor presencia de
orquestación en sus ya de por sí recargadas composiciones, que incluye una
intérprete de arpa de tan solo 12 años llamada Tekla-Li Wadensten y aportaciones
de la banda italiana Fleshgod Apocalypsede, lo que quizá haya suavizado
su filo, pero no os engañéis. La maquinaria liderada por Miles Petrozza,
el siempre inspirado guitarrista finlandés Sami Yli-Sirniö a las seis
cuerdas, y el tormento de Ventor en la batería, vuelven a
convertir este trabajo en una nueva y adictiva serenata de odio y aniquilación.
Siendo el más flojo de la saga (quizá Fallen brother y Hail to the hordes
lastren un poco al conjunto) contiene suficientes motivos para mantener el “Kreationismo” en lo más alto de las
teorías de destrucción. Dejad a los mayores. We shall kill!! (Spotify)
The Flying Eyes - Burning of the
season (Noisolution, 2017). Desde que
los descubriéramos en aquel Lowlands (Noisolution, 2013) con
aquella mezcla pantanosa de blues, rock humeante y lo que parecía la voz
del mismísimo Jim Morrison, teníamos la insana curiosidad de saber si la
implacable escena del blues rock
terminaría con uno de las bandas con más poso de autenticidad con la que nos
hemos topado en los últimos años. Pues bien, hay noticias buenas y malas. Entre
las buenas, está que en este Burning Of The Season, el alma del
líder de The Doors sigue eligiendo la voz de Will Kelly para
manifestarse, lo cual independientemente de tu cariño por Los Puertas,
es un puntazo. Además, aunque removidas a un tempo más pausado, sus canciones siguen
albergando ese algo hipnótico que mantiene a raya a las fuerzas de la
psicodelia, el rock y el blues. ¿Las malas? Pues que en noviembre
anunciaban que esta sería su última gira. No somos nada. En fin, ahí están las Farewell,
Rest easy, Oh sister o Drain, para dejar un bonito
cadáver. Por lo menos nos lo hemos pasado bien. (Bandcamp, Spotify)
Y de regalo, algún que otro polizón: El
rock pausadito de The War On Drugs con su A depper understanding (Atlantic Recordings,
2017); el sanador y brutal crossover de Power Trip en
Nightmare logic (Southern Lord Recordings, 2017); el jazz del pianista Gerard Clayton en
Tributary tales (Motema Music, 2017); la oscuridad metalera de Vinsta con Wiads (Trollmusic,
2017) que recoge el testigo de los "desaparecidos" Opeth;
la tesis marciana de los australianos King Gizzard & Lizard Wizard
(que han sacado al mercado la friolera cifra de cinco discos de estudio este
año); el doom metal de Pallbearer en
Heartless (Nuclear Blast, 2017) o el intratable hardcore de Converge con The
dusk in us (Epitaph Records, 2017). Hale, ahora lo agitáis todo bien, y
de trago.
Creo que está todo, pero si os falta algo
podéis revisar las canciones de la semana de 2017 en Spotify.
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