domingo, 4 de junio de 2017

Mastodon - Emperor of Sand (2017)

El cuarteto formado por Bill KelliherBrent HindsBrann Dailor y Troy Sanders retoma el camino de los discos conceptuales a través de una fascinante historia inspirada en la reciente muerte de la madre del guitarrista Bill Kelliher, a causa de un tumor cerebral, en la que se narra la lucha de un hombre sentenciado a muerte por el Emperador de la Arena, que simboliza el paso del tiempo, su huida a través del desierto y, finalmente, su muerte. 

Aunque de digestión sea algo más compleja que la de sus predecesores más cercanos, Mastodon luce madurez sonora en un disco que revisita sus puntos fuertes sin necesidad de ahondar en sus facetas más extremas, dando a luz un cruce entre la densidad sonora de aquel Crack The Sky de 2009, con el que comparte el productor Brendan O'Brien, y la contención que la banda mostraba en sus últimos discos.


Y es que quizá los más melancólicos echen en falta la intensidad que encerraban discos como Leviathan o Blood Mountain, o incluso una mayor dosis de esos pasajes atmosféricos con los que los norteamericanos solían suspendernos en viajes astrales y sueños lisérgicos, pero es innegable que los cincuenta minutos de este Emperor of Sand vuelven a ser toda una demostración de la facilidad que la banda tiene para zurcir temas matrioshka a base de inagotables riffs de guitarra, enzarzados hasta conseguir verdaderas estructuras laberínticas.

De nuevo cabalgamos a lomos de potentes riffs como los que luce Sultan's Curse o el pepinazo que supone la tremenda Precious Stone, donde la banda vuelve a evidenciar que no necesita de un excesivo minutaje para devolvernos la fe en la guitarra como elemento desnucador por excelencia. Show Yourself nos muestra la cara más amable de los de Atlanta con la voz de Brann Dailor como protagonista (y Troy Sanders poseído en los coros por la figura de Joey Ramone en ese…Or could this dream), mientras que el melón alucinógeno lo abren temas como la gran Steambretaher, que cuenta con un pegadizo estribillo y uno de los momentos más brillantes de la pareja Hinds-Kelliher, o el polvo cósmico que envuelve a Clandestiny, que quizá sea en el corte donde mejor se aprecia el componente épico que inunda el disco así como los esfuerzos de la banda por experimentar con diferentes arreglos como teclados, sintetizadores o incluso campanas, además de la omnipresente versatilidad de las tres voces que en este disco alcanza proporciones tricefálicas.

Pero si algo saben hacer estos chicos es terminar discos, y la triada formada por Andromeda, Scorpion’s Breath y, sobre todo, la mastodóntica Jaguar God elevan la nota del trabajo hasta el sobresaliente. Las dos primeras cuentan con las colaboraciones de Kevin Sharp de Brutal Truth y Scott Kelly de Neurosis, respectivamente, y sacan a relucir la cara más afilada de la banda adentrándose incluso, en el caso de Scorpion’s Breath, en los añorados terrenos de Blood Mountain. Pero Jaguar God amiguitos... es la joya de la corona de este emperador. Una maravilla de corte progresivo que comienza con una suave acústica, desemboca en una locura esquizoide para terminar en un desesperante llanto a la triste realidad. Más allá de la elegancia que supone coronar con uno de los temas más completos de su discografía, Jaguar God consigue legitimar todo lo escuchado en los diez cortes anteriores y alzarse orgullosa para acallar toda duda sobre la esencia del sonido de Mastodon, dejando tras de sí un aroma a grandísima banda.

Y en el séptimo disco... lo volvieron a hacer. ¡Larga vida!















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