lunes, 18 de junio de 2012

Meshuggah - Koloss (2012)

Binvenidos al inframundo!!! Malditos todos aquellos que albergáis en vuestros cimientos sonoros la oscuridad y el caos porque un día la belleza de la superficie desaparecerá de vuestras vidas y los demonios que se esconden bajo todo lo que creéis ser se arrastrarán para mostraros la desdicha de vuestra realidad (jiji).


No era este el primer intento de hacerme con el sonido de los suecos Meshuggah para mi colección, pero he de reconocer que hasta ahora no había conectado con ellos más allá de dos o tres canciones seguidas por disco. Su propuesta compleja, densa y en ciertos pasajes técnicamente cargante, no hacen de ella un cocktail de fácil digestión y apto para todos los públicos. Pero como todo, esto de la música es un estado de ánimo, y hay un día en que esos ritmos fríos y repetitivos cobran sentido en tu cabeza, y te encuentras escuchando compulsivamente este Koloss durante cinco horas seguidas, como comienzo de vivir enganchado a este álbum en una espiral de escucha ininterrumpida.

La brutalidad que exhibe Meshuggah en su música palpita y respira como un animal salvaje. Nada es fingido ni sobreactuado. Poseedores de un estilo musical único denominado Djent, término que nace de la onomatopeya del peculiar sonido que producen sus guitarras, recogen elogios allá por donde van llegando a oír sobre ellos que su trabajo "debería estudiarse en las universidades" (toda una declaración). Su música podría definirse como una descarga hipnótica capitaneada por indescifrables ritmos de batería y fantasmagóricos solos de guitarra llegados desde la experimentalidad del jazz, atrapándote y asfixiando tu mente hasta hacer que tu dependencia a ella resulte enfermiza (atractivo eh?).

Koloss, a diferencia al menos de su predecesor Obzen, presenta una mayor proporción de medios tiempos asincopados, conducidos por el dúo formado por el gran Thomas Haake a las baquetas (del que se llegó a hablar en la famosa liga de las estrellas para suplir a nuestro amigo Mike Portnoy) y el bajo perturbador de Dick Lövgren. Jens Kidman en la voz se deja el alma en cada estrofa, mientras que las guitarras de la mano de Frederik Thordendal y Marte Hagstrom crean implacables espacios donde bajo y batería determinan la dirección a seguir.

La viscosidad aplastante de Break Those Bones..., la progresiva Behind The Sun, el ritmo imposible de Dont Look Down o las acrobacias rítmicas de Swarm o Marrow...es difícil separar un tema del magnetismo que produce el conjunto del disco. Lo que está claro es que se trata de una gran oportunidad para que los que no conectábamos con la propuesta retorcida de Meshuggah nos adentremos en su excitante y adictivo universo sonoro.

En resumidas cuentas, grupo muy original y fuera de lo habitual, ritmos muy complejos, afinación muy grave, sonido característico, y unos solos que ponen los pelos de punta.

Si tenéis un día de esos...probad, quizá descubráis algo nuevo...dentro.

Escuchar Koloss en Grooveshark o Spotify

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