Aloha stevenianos,
Una vez disfrutado del artisteo de cercanía, toca repasar lo mejor del folclore de fuera de nuestras fronteras, con sus ritmos exóticos y coloristas, llegados desde todos los confines del globo. Disfrutad.
Mastodon por Patrick McBride |
Spidergawd - VI (Stickman Records, 2021). Para este sexto volumen, el combo nacido de las entrañas de nuestros venerados Motorpsycho se lanza a de lleno a dejarse llevar por los sonidos del hard rock setentero y la NWPBHM que palpitan por sus venas. Y no es que esto sea una novedad propiamente dicha (su anterior V, ya contenía carga guitarrera importante como en aquellas Twentyforseven o Green eyes), pero la incorporación de un segundo guitarrista, y el haber pasado las labores del saxo a un segundo plano, parece haber hecho florecer su carácter más "jevi". Aunque en la cubeta haya guiños a los Black Sabbath de Dio en Narcissus’Eye, o épicas como la fantástica Truly, lo que más sobresale asoma por las deliciosas Oceanchild, At rainbows end, Runnin man donde se empapan del espíritu de los Judas Priest ochenteros hasta tal punto que los temas podrían venir firmados por el propio Halford, idea que alcanza la evidencia casi empírica cuando saboreamos la siguiente Into the deep serene (con Thin Lizzy siempre presentes). Goce, siempre goce.
Converge & Chelsea Wolfe. Bloodmoon: I (Epitaph Records, 2021). Mentes inquietas buscando vida en universos sonoros cercanos. No son los primeros, pero Bloodmoon I ilumina aún más el interesantísimo camino que ya comenzaron (al menos que yo recuerde) Cult of Luna con Julie Christmas, en Mariner (Indie, 2016), o Thou con Emma Ruth Rundle en May our chambers be full (Sacred Bones Records, 2020). Como ya ocurría con aquellos, la unión no es obvia...al menos hasta que se escucha el resultado. El sonido lánguido y melancólico de Chelsea Wolfe parece arrastrar sin esfuerzo el potencial destructivo de Converge a su terreno, quienes para esta ocasión cuentan con Stephen Brodsky de Cave In y Mutoid Man, dando lugar entre todos (ojito con la producción de Kurt Ballou, guitarrista de Converge) a una explosión tan contenida como llena de belleza donde el doom, el hardcore y el sludge forman parte del mismo lienzo. El grunge de Flower moon o Tongues playing dead; las majestuosas Crimson Stone o Coil, el blues escondido en Scorpion's Sting, o las fantasmagóricas Viscera man o Blood moon, hacen de todo esto...lo digo...una experiencia (casi) religiosa. Discazo.
Introducing...Aaron Frazer (Dead Oceans, 2021). El amigo Dan Auerbach de los Black Keys suele tener ojo en la producción de secundarios. Si ya había levantado las orejas al olfatear el talento de gente como Robert Finley o Shanon Saw (ambos con discazos en sus alforjas de este 2021, por cierto), aquí nos trae el debut del batería de los Durand Jones & The Indications, Aaron Frazer, quien a base de echar leña al falsete que atesora, ha recogido una colección de canciones de lo más apañadas. Auerbach montó el chiringuito en una semana, contando con muchos de los músicos de la factoría Daptone para la ejecución, deshaciéndose de la producción más "vestida" de los Durand, para finalmente destilar un disco revivalista donde los ecos de Curtis Mayfield o Marvin Gaye son más que evidentes, y donde el falsete del delgaducho batería suena tan delicioso como evocador, trayéndonos de nuevo a la época gloriosa de la balada soul.
El polizón merecido de este año es... Mastodon. Y es que, aunque aceptando que este Hushed & Grim (Reprise records, 2021) es el disco menos atractivo de todo el catálogo de la banda norteamericana, sigue luciendo méritos suficientes como para estar en la lista. Ojo cómo empezamos. Para explicarme, aquí va la reseña que no dio tiempo a incluir en rotativas en el momento del lanzamiento del disco.
El último trabajo de los de Atlanta es un doble inspirado por la muerte del que fue su manager durante años y que, como la mayoría de discos dobles, peca de exceso de minutaje (¡Sorpresa!). Quizá cuatro cortes menos en el paquete (siendo generoso) hubiesen dejado este álbum con alguna opción por defender su honor, pero el valle al que nos enfrenta el cuarteto tras pasar por el trío de canciones de bienvenida...hace que solo los fanáticos resistan la apuesta. Y eso que hay que reconocer que el disco suena como un tiro, ahí... pocas quejas. La banda sigue montándoselo a lomos de una habilidad instrumental que enamora, pero desde que en la mitad de la primera Pain with an anchor, las guitarras de Brent Hinds y Bill Kelliher nos arrojan a la zona oscura (de forma impresionante, por cierto), el grupo parece atrincherarse allí a lo largo y ancho de lo que queda de álbum. Y es que, se hace raro no dar con un single que ilumine la estancia, por no hablar del exceso de tempos lentos que entorpecen el avance de los minutos. Aún con este percal, Pain with an anchor, The crux y Sickle and peace, e incluso More than I could chew (ojo con ese riff), imponen respeto. La segunda parte del álbum comienza como la primera, con tres temas como Teardrinker, Pushing the tides y Peace and tranquility, con los que te preguntas qué necesidad había de explayarse en revoluciones tan bajas como contra las que nos empotramos ante otro bajonazo como Dagger, y que dan al traste con la esperanza de levantar el vuelo. La presencia de Kim Thayil en Had it all se hubiera visto con más entusiasmo si llegásemos con algo de sangre en las venas, pero para entonces eres consciente de lo largo que se te está haciendo el disco. Cuando llegan los refuerzos con Savage Lands nos da por pensar que quizá los de Atlanta tengan a bien alegrarnos el mal rato con un tridente de esos que se suelen guardar para el final...pero tampoco. De los tres temas que cierran: Gobblers of dregs, Eyes of serpents y Gigantium (todos ellos con un gigantismo en el minutaje algo innecesario) si nos hubiésemos quedado con uno, nadie iba a echar de menos a los otros dos...y aún y todo son buenas canciones. Reconozco el bipolarismo de la reseña, pero es que...no puedo decir que no sea un buen disco. No hay un tema "malo"...simplemente una falta de edición. Hay momentos en los que hasta los cortes que bajan el ritmo de la media como The beast o Gobblers of dregs, me parecen monumentales, pero la mayoría de las veces te quedas con la sensación de que hay que desaguar minutos para que esto no se hunda. Lo que está claro es que se trata de un álbum de sonido potentísimo, con una filigranas instrumentales acojonantes... y una de las bandas con más talento de la actualidad. Un poco largo, pero si lo cortáis un poco, queda "niquelao". ¿Os ha quedado claro? A mi tampoco.
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