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Nuevo periodo inactivo finalizado pero con los oídos llenitos de suculentas recomendaciones como Charles Bradley, Eric Clapton, Radio Birdman o Nick Waterhouse. Así que prepárense para una dosis masiva de endorfinas. Alérgicos, abstenerse.
Eric Clapton & Wynton Marsalis play the blues live from Jazz at Lincoln Center (Rhino Records, 2011). Hace unos meses, Eric Clapton anunciaba su retirada de la música debido a una enfermedad nerviosa que al parecer le impide tocar la guitarra sin dolor. Descartada por el momento la acción de algún superhéroe de la factoría Marvel o fuerza cósmica creadora que arregle el desaguisado, no nos queda otra que disfrutar del suculento legado con el que "mano lenta" ha ido nutriendo su discografía a lo largo de los años. Entre las últimas perlas, una colaboración en 2011 con uno de los colosos del jazz de Nueva Orleans, el trompetista Wynton Marsalis, y la orquesta del Jazz at Lincoln Center acompañada por figuras como el pianista Chris Stainton o el bluesman Taj Mahal, que permitió al guitarrista inglés cumplir uno de sus sueños de juventud: grabar un disco de jazz junto a una verdadera banda de género. El resultado es una delicatessen sonora en la que la guitarra de Clapton rehuye del protagonismo que le acompaña en sus discos habituales, y disfruta sumergiéndose en los primeros sonidos del jazz de Nueva Orleans y del blues ultra añejo de los años veinte. Los arreglos de Marsalis sobre el repertorio seleccionado por el guitarrista inglés, logran mantener la estructura dixie incluso en el único tema que no eligió Clapton, Layla, nutriéndolos, además, de multitud de espacios para el jolgorio instrumental de los músicos que franquean a ambas figuras. What a show!
©Jaime Massieu |
Charles Bradley. Changes (Daptone Records 2016). Charles Bradley desembarcaba en el sueño de su vida en 2011 a la "temprana" edad de 63 años. Ahí fue cuando el sello Daptone Records (ese que se ha convertido por méritos propios en el guardián del sonido negroide en este siglo y que alberga artistas de la talla de Lee Fields, Sharon Jones o James Hunter) editaba su exitoso debut discográfico No Time for dreaming (Daptone Records 2011). Tal fue el entusiasmo con el que fue recibido en la superficie de la industria discográfica, que el director Poull Brien documentó la grabación de dicho trabajo, así como la historia de su vida, en un excepcional documental titulado Soul of America. En él quedan retratadas las penurias y la falta de oportunidades como compañeras de viaje de un hombre cuyo cenit artístico parecía haber llegado con una carrera como imitador profesional de James Brown. Pero la suerte, el talento y el buen hacer de Daptone, que supo fusionar un estilo apasionado curtido en la vieja escuela, con la dosis rejuvenecedora que aporta su mestizaje con un conjunto de jóvenes talentos residentes en la Menahan Street Band, convirtieron a Bradley en el nuevo mesías del soul. Durante la grabación de su último trabajo, el artista recibió el duro golpe de la muerte de su madre, motivo que le llevó a incluir esta desgarradora versión del tema Changes de Black Sabbath, que acabaría dando el título a su última grabación. Hace pocas semanas le diagnosticaban cáncer de estómago. Ánimo.
Radio Birdman. The Essential (Sub Pop 2001). Uno de los beneficios de no estudiarse los carteles de los festivales es la posibilidad de darse de bruces con toda una leyenda del rock aussie y quedarse pegado a las primeras filas del bolo como si uno hubiese metido los dedos en el enchufe. Ay, bendita ignorancia. Radio Birdman llegaban al Azkena con la vitola de leyendas tras una vida comercial poco afortunada, que les llevó a separarse al poco de editar su segundo álbum en 1978. Su sonido, aunque encuadrado en el punk de finales de los setenta, tuvo sus principales referencias en bandas como los Stooges de Iggy Pop o MC5, y acabó convirtiéndose en un pilar fundamental del rock australiano durante la década de los ochenta. Según las palabras de uno de sus fundadores y guitarrista Deniz Tek, después de un primer contacto no muy afortunado por el Azkena de 2004, esta era la hora de la redención con el festival alavés. Y vaya si lo fué. Con buena parte de la formación original sobre el escenario, y con un arrasador Rob Younger a la cabeza de la formación, los australianos despacharon todos sus grandes éxitos empapados de mucha clase, garage y punk rock del que es capaz de conservarse intacto durante cuarenta años. Es decir, del selecto. Impresionantes.
Nick Waterhouse. Never Twice (Innovative Leisure Records, 2016). El niño que nació encerrado en el R&B de los años cincuenta está de vuelta con su tercer, y más que nunca, redondo trabajo titulado Never Twice. Es difícil imaginar a este personaje con pintas de empolloncete poco dicharachero, en un ambiente distinto a lo estrictamente encuadrado en la tonalidad sepia. Su infancia debería haber transcurrido en una de esas urbanizaciones a las afueras de una ciudad cualquiera de California, donde se apiñaban las familias blancas de clase media, en una de esas casas unifamiliares con porche y jardín verde sepia, en la que el pequeño Nick debería haber pasado sus ratos escuchando su programa radiofónico de R&R preferido tras los noticiarios sobre la guerra de Vietnam. Pero situarlo en pleno 2016 con treinta añitos recién cumplidos es casi toda una obscenidad para las leyes del espacio tiempo. Y es que Never Twice vuelve a desplegar una asombrosa y minuciosa sensibilidad para retratar los sonidos más retros del R&B, continuando el patrón dejado por sus dos anteriores Time`s all gone y Holly, pero con una propuesta más coral. Esta vez, la guitarra de Nick Waterhouse se echa a un lado para dejar un mayor espacio a la ambientación orquestada por vientos, teclados, percusión y voces, de la mano de una nutrida lista de colaboradores, entre los que destaca Leon Bridges en la autoría y voces de ese temazo que es Katchi. DIS CA ZO.
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