miércoles, 23 de enero de 2019

# 55 - Los mejores discos editados en 2018. Internacionales.

Este año nos lanzamos a promocionar los tesoros sónicos que el oleaje del 2018 ha arrastrado desde fuera de nuestras fronteras hasta nuestro blog, a través de los mejores temas que los capitaneaban. Pónganse protección para contemplar las fantásticas adquisiciones que mi perro ha hecho para ustedes, no toquen nada y dispónganse a relajarse. Dentro de pocos minutos deberían comenzar a notar cómo se excitan sus neuronas. Si no es así ¡huyan!

PD. Para los que se queden hasta el final, hay efectos especiales de los caros.

James Hunter por Syxestudio
James Hunter por Syxestudio

The James Hunter Six - Whatever it takes (Daptone Records, 2018). Confieso tener predilección absoluta por la elegancia que desprende James Hunter en sus trabajos. Armado con un sonido que recorre los surcos del R&B y del soul de los años cincuenta y sesenta, el músico británico revisita las heridas abiertas por gente como Ray CharlesMuddy Waters o la escuela Motown sin caer en ningún momento en los terrenos de la imitación. Los poco menos de treinta minutos que componen este nuevo y fantástico Whatever it takes vuelven a ser eso, una apetitosa colección de temas que se pasean por los aromas del blues de Chicago, los sonidos de Nueva Orleans o del soul añejo mejor cultivado, todo con la autenticidad humeante de la voz de Hunter como hilo conductor. El capo del sello Daptone RecordsBosco Mann, repite en la producción del tercer trabajo de la James Hunter Six (séptimo en la carrera del cantante sin contar los discos que sacó con el seudónimo de Howlin' Wilf en los años ochenta), que viene a consolidar aún más la figura del que fuera considerado por el mismísimo Van Morrison como "el secreto mejor guardado del soul británico". Genial.


Tribulation - Down below (Century Media, 2018). Si lo que buscáis son melodías accesibles de ultratumba, podéis tomar el nuevo disco de Ghost con extra de cardado y edulcorante, o el nuevo trabajo de Tribulation con auténtico aroma a “no vida”. Nuestros muertos preferidos se sacuden la tierra de sus nichos para empaquetar una colección de cortes traslúcidos, con un aire victoriano, que enganchará a los amantes de la oscuridad más romántica. Después de iniciar su carrera discográfica con dos discos que buscaban el polo magnético de un death metal de vertiente gótica, con su anterior Children of the night (Century Media, 2015) los suecos decidieron virar su sonido hacia atmósferas más cercanas al rock gótico ochentero, aunque manteniendo la guturalidad en las voces. Aquel golpe maestro no rehuía de sus orígenes metaleros, pero abría la puerta a la influencia de bandas como Fields Of The Nephilim o Misfits, al tiempo que los situaba en la órbita de nombres como In Solitude o Ghost, convirtiéndolos en una de las formaciones más interesantes de la escena. Este Down Below continua la estela de su predecesor, explotando ese aire trágico y siniestro que por momentos recuerda a las bandas sonoras de las películas de terror de John Carpenter, completando una colección de temas entre las que, aunque me cuesta tener preferidas, destacan NightboundLacrimosa o Here be dragons. Por cierto, la fantástica portada del disco es obra de su guitarrista, Jonathan HultênMucha elegancia.


High On Fire - Electric messiah (eOne Records, 2018). Una vez recojáis los sesos de vuestro alrededor lo veréis más claro. High On Fire lo han vuelto a hacer. Nuevamente hordas de riffs cavernarios y anfetaminados os esperan al otro lado de este "Mesías eléctrico", y lo hacen compartiendo el sonido y la mala hostia de sus antecesores, aunque con un extra de originalidad y lucidez. Un disco emocionante en el que los guitarrazos del gran Matt Pike y una endiablada sección de bajo y batería a cargo de Jeff Matz y Des Kensel, os llevarán en volandas a través de nueve cortes explosivos de los que emana una creatividad en el manejo de los riffs sencillamente exultante. El año en el que Matt Pike compagina lanzamiento discográfico con los míticos Sleep (banda de culto dentro del mundo stoner que tras veinte años de silencio vuelven al panorama con nuevo disco), High On fire se marca un espectacular octavo álbum, de nuevo bajo la producción de Kurt Ballou, que luce composiciones tan soberbias como la conceptual Steps of The Ziggurat/ House of Enlil, las "motorhedianas" Electric messiah o Freebooter, las brutales The palid mask y God of the godless o la épica Drowning dog. Vaya dis-ca-co.



Charles Bradley - Black velvet (Daptone Records, 2018). Mi abuela solía decir “malo el día de las alabanzas”, refiriéndose a que si un día todo el mundo comenzaba a hablar bien de alguien, seguramente ese alguien hubiese muerto. Si trasladamos ese dicho al mundo discográfico, su significado equivaldría a esas adulaciones masivas que los músicos difuntos reciben tras su muerte, con el consiguiente gran negocio que suele suponer la venta de sus discos post mortem. Pero no nos confundamos. Pese a que este álbum fue ideado como broche final a la triste desaparición de un grande de la música contemporánea como fue Charles Bradley, su resultado trasciende de la mera colección de descartes y temas inéditos habitual en este tipo de casos. Como ya sabréis, el bueno de Charles Bradley nos dejó en 2017 tras una dura lucha con el cáncer y después de un fugaz picoteo de las mieles del éxito, donde su talento le llevó a rebasar la frontera del soul para enamorar a todo aquel que se topara con su talento. Pues bien, tras su muerte sus compañeros del sello Daptone tuvieron a bien recoger una serie de grabaciones con el fin de recopilar un álbum póstumo que honrase la memoria del cantante, pero con clase. Nada de un disco de refritos y descartes baratos. El resultado es un cuidado lote donde encontramos bailables como Can´t fight the feeling, canciones como I feel a change, (I hope you find) the good life digna del mejor Ottis Redding, o la instrumental que da título al disco, interpretada en soledad por su fiel Menahan Band, logrando un conjunto que perfectamente podría haber sido un digno cuarto álbum de estudio del genial intérprete. Además, igual que ocurriera con su álbum de estudio anterior, hay muestras de la capacidad que tenía Bradley para llevarse a su terreno composiciones que se alejaban de los estándares del soul. Ocurrió con la inmensa Changes de Black Sabbath, y vuelve a ocurrir con este Stay Away de Nirvana. Crema.



Graveyard - Peace (Nuclear Blast, 2018). Como ya sabréis muchos, Reino Unido fue la cuna del rock europeo en los años cincuenta. Tras sus años dorados sesenteros, pasó por su época barroca en los setenta, para más tarde dar a luz al punk, post punk, glam, grunge…hasta que las modas hicieron perder el rastro de la esencia auténtica de su sonido. Pero hubo una cepa del rock primigenio que migró hacia el frío del norte del continente desde donde sus gentes supieron conservar su carácter auténtico, mezclándolo únicamente con vertientes favorables como el stoner o el garage, hasta crear la escuela de rock más pura que hay actualmente en Europa: el rock escandinavo. Pues bien, a lo más selecto de esta denominación geográfica, como los ya míticos Hellacopters, Gluecifer o Turbonegro, se van sumando por méritos propios bandas más jóvenes llenitas de talento como The Hives, Spidergawd o la banda que hoy nos ocupa, los extraordinarios Graveyard. El cuarteto liderado por Joakim Nilsson vuelve con las pilas cargadas tras el breve (brevísimo) hiato con el que nos sorprendieron hace dos años y que nos hizo temer por el futuro de nuestra descendencia, y lo hacen manteniendo el poso de rock setentero bien entendido que nos encandiló en trabajos anteriores. Por suerte para todos, la fórmula sigue intacta y el plástico les ha salido repleto de pepinazos como It ain’t over yet, la impresionante Please don’t, o las fantásticas Low (I would mind) o Walk on. Quizá la mezcla haya salido algo más musculada que en hornadas anteriores, e incluso es posible que las baladas sean algo más flojas que otras veces, pero siguen derrochando elegancia por los cuatro instrumentos (incluimos voz, ¡listos!). ¡Please don’t, por Tutatis!



All The Witches - ATW (New West Records, 2018). La calima desértica y casi fantasmal de All Them Witches llega a lo mejor del año y lo hace colándose sigilosamente mientras sopeso si incluirlos o no hasta el último minuto. Siempre me pasa lo mismo con ellos. Suena Workhouse. Me vuelven a convencer: Discazo. Según te adentras en su nuevo trabajo te vas viendo atrapado cada vez más por su sonido pantanoso e hipnótico hasta que no recuerdas saber por dónde has entrado. ATW echa mano de una producción austera desde la que no esconden los huesos de la criatura, consiguiendo que incluso tras varias escuchas de su disco tengas miedo de que la improvisación sobre la que parecen articular sus composiciones se venga abajo y se rompa la magia que te arrastra. Pero entonces surge una chispa de genialidad, una melodía o la dulzura de una línea de bajo que nunca se marchó, para devolverte a los momentos gloriosos que esconde su música. Y es que esa fragilidad sobre la que construyen su obra, y sobre la que cabalgan la psicodelia, el stoner rock o el blues arenoso que la componen, es el encanto que hace tan atractivo al combo de Nashville (EEUU). ¿No me creéis? Pues ahí están la nombrada Workhouse, las delicadas 1st vs. 2nd Half tongue, las fantásticas Diamond y Harvest feast, o la zeppeliana Rob's dream. Una gozada.



Steven Wilson - Home Invasion. In Concert At The Royal Albert Hall (Eagle Rock, 2018). Me autoimpongo la pena de “bofetón en la cara” por no haber incluido el disco de Steven Wilson, To the bone (Caroline International, 2017) entre lo más selecto del pasado año. Cosas del directo. La presencia de cortes de aire “discotequero” distorsionaron la percepción de un disco con menos carga rockprogresiva de lo habitual, pero que en ningún caso desvirtúa la carrera en solitario del británico. Y es que ya debíamos estar acostumbrados a que el bueno de Steven se mueva por un arco sonoro que incluye por igual a Abba o a Opeth, pero lo cierto es que tras aquel increíble Hand. Cannot. Erase. (Kscope, 2015) no estaba preparado para el volantazo. Visto con más perspectiva, el sonido de aquel To the bone se inclinaba más hacia los proyectos más melódicos de Wilson como Blackfield, mostrándose en canciones como Nowhere now, Pariah (de nuevo con la fantástica voz de Ninet Tayeb) o la exquisita Song of unborn, aunque reconozco que también había momentos para el desmelene como en People who eat darkness o esta perla llamada Detonation que rescatamos para esta lista, obtenida del directo que el músico inglés y su fantástica tropa dieron el pasado mes de noviembre en el ilustre Royal Albert Hall de Londres durante la gira de presentación del álbum. Cojan palomitas, agárrense fuerte a sus emociones y disfruten (si pueden hacerlo con el vídeo del tema delante, mejor). Larga vida al rey.



Y como colofón a los seleccionados de este año, unos cuantos temazos para que completéis el Top Ten a vuestro gusto:


Rats. Ghost. Que no me haya entusiasmado su Prequelle (Loma Vista, 2018) no quiere decir que Rats no sea todo un caramelo. A mi parecer, tanta producción ha hecho que pierdan algo del atractivo que les hacía especiales, pero para gustos colores.

Gimme the keys. Clutch. Que la fuerza cósmica creadora bendiga a estos muchachos. Por poner alguna pega quizá este Book of bad decisions (Weathermaker Music, 2018) peque de un exceso de cortes, lo que no quita para que contenga pepinazos como este Gimme the keys.

Weak ends. The Buttshakers. Soul francés de altísimo octanaje con la fantástica voz de la estadounidense Ciara Thompson al frente. Sweet Regards (Underdog Records, 2018) es uno de los discos más divertidos y mejor facturado del año. He dicho. Escuchar cortes como Weak ends, Tax man o What you say es un goce máximo. En la sencillez está el gusto.

Ricky "The Dragon" Steamboat. Gozu. La banda vuelve a invocar a los dioses de los riffs en este Equilibrium (Metal Blade Records, 2018) para crear joyas como esta, en la que se puede sentir el latido de gente como Black Sabbath, The Cult o Mastodon.

Stranger tonight. Uncle Acid & The Deadbeats. Nuestros rockocultistas preferidos. Aunque no llegan al nivel de aquellos fantásticos Blood Lust (Rise Above, 2011) y Mind Control (Mind Control, 2013) siguen invocando a la distorsión y al horror garagero como nadie.

When paradise fade. Skeletonwitch. Metal de grano fino. Los estadounidenses se han buscado un hueco en las aguas que hay entre el black, death y metal progresivo para montar su chiringuito, y aunque no acaban de despegar, hay que estar atentos a ellos.

Moonlight over silver white. Madder Mortem. Pero para diversidad, la de estos noruegos. Activos desde 1993, la imposibilidad de etiquetarlos los encaja forzosamente dentro del cajón del metal progresivo o avant garde aunque el abanico de sonoridades e influencias, excelentemente ejecutadas con la cálida y versátil voz de Agnete M. Kirkevaag, que presenta este Marrow (Dark Essence Records, 2018) supere la necesidad de ponerle nombre a su música.

Obscene as cancer. Anaal Nathrakh. Como comerte violencia pura sin pelar y encima que te guste. Es posible que haya un estudio sociológico detrás de este New Kind of Horror (Metal Blade, 2018) que explique su inmenso atractivo. Sus creadores son un dúo británico empeñado en crear los sonidos más pavorosos posibles a base de samplers, orquestación cinematográfica, aires épicos, alaridos, guitarras frenéticas, metal industrial.. y todo lo que cree una nueva forma de horror. Impresionantes.

Escuchar lista de internacionales en spotify 

Escuchar canciones de la semana 2018 en spotify





No hay comentarios:

Publicar un comentario