martes, 18 de septiembre de 2018

Aretha Franklin

Atentos porque hoy abrimos el melón de las monografías, y lo hacemos con la idea de evangelizar en cuerpo y alma el sonido de bandas o personajes del mundo de la música por los que mi perro siente especial devoción. Como guía práctica de uso, incluiremos nuestras diez canciones favoritas del artista de turno (que por supuesto se multiplicarán espontáneamente hasta llegar a las decenas en la lista de Spotify pertinente), y hasta prometemos poner de vez en cuando a algún no muerto, aunque ya se sabe que "los días de las alabanzas" tienen mucho tirón. Empezamos. Ya puedo ver a los mayores acercándose a la cristalera del blog para ver la esquela. Hoy: Aretha Franklin (1942-2018). Nos estamos quedando solitos.

Michael Ochs
Fotografía de Michael Ochs

Hija del reverendo Clarence LaVaughn Franklin, conocido como "El predicador de la voz de oro" o "La voz del millón de dólares" (sin ir más lejos, sus sermones llegaron a ser editados en discos que se convirtieron en superventas), y la pianista y cantante Barbara Siggers, la infancia de Aretha Franklin (1942-2018) estuvo impregnada por la música y la lucha por los derechos civiles. Su familia había emigrado desde el sur de los Estados Unidos hasta Detroit, en pleno auge industrial de la década de los años cuarenta, donde su padre se convirtió en una figura muy influyente dentro de la comunidad negra de la ciudad de la Motown. Por casa de los Franklin desfilaban personajes como Martin Luther King o Sam Cooke, alimentando un caldo de cultivo político y cultural que sería crucial en la educación de la pequeña Aretha. 

Pero la vida fue cobrándose su parte. Su madre se marchó de casa cuando ella tenía seis años, cansada de las continuas infidelidades de su padre, y más tarde se quedaría embarazada a la tempranísima edad de doce años. Pese a que se mantuvo unida a su madre hasta que ésta muriera a los cuatro años de su marcha, su relación con la música continuó forjándose gracias a su autodidactismo con el piano y a la cercanía de personajes como Clara WardMahalia Jackson, rutilantes figuras del góspel de la época, y asiduas de la congregación de su padre. Pero como dice Fernando Navarro en El País "Fue en la iglesia donde dio rienda suelta a sus cuerdas vocales. Durante los días de esclavismo, la iglesia, más allá de creencias y supersticiones, fue un refugio para la comunidad negra, donde las canciones liberaban y apelaban al corazón. Ese espíritu de lugar inviolable frente a los desajustes seguía vigente en la segunda mitad del siglo XX en la Norteamérica segregacionista contra la que se rebelaron Rosa Parks, al no ceder su asiento, y el propio Luther King." 

Fotografía de Don Hunstein
A finales de los años cincuenta, gente como Jackie Wilson o el propio Sam Cooke iniciaban la inyección del soul en la música popular. Esa música negra, nacida de la mezcla del R&B, góspel y doo-wop comenzaba a emanar de los aparatos de radio atrayendo a una nueva generación de jóvenes afroamericanos que veían con ilusión la posibilidad de golpear las puertas del templo para salir y adoptar un modo de expresión lejos del púlpito. El reverendo Franklin no veía con buenos ojos que su hija formase parte de esa revolución pero, por suerte para todos nosotros, poco pudo hacer por evitarlo.

Con catorce añitos puso la primera piedra de su discografía en una filial de la mítica Chess Records, llamada Checker, con un disco titulado The gospel soul of Aretha Franklin (Checker, 1956). Después de que se la rifaran como nueva niña prodigio del góspel, el cazatalentos John Hammond la llevó a Columbia Records en 1961 donde grabaría seis trabajos. Pero aquella gigante discográfica no estaba por la labor de cambiar el orden de las cosas, y aunque entró como artista soul, la compañía quiso ceñirla al estilo humeante del jazz de los años cincuenta que habían popularizado con gran éxito voces como Dinah Washington o Sarah Vaughan. Pese a no desentonar con ese perfil, no fue hasta 1966 cuando la realidad del fenómeno Aretha Franklin impactó en la historia de la música moderna al fichar por Atlantic Records, la mayor discográfica independiente de Estados Unidos. Desde allí sí supieron manejar con más inteligencia el talento de la cantante, aprovechando la fuerza con la que su voz brotaba del manantial del góspel eclesiástico, y haciéndola pasar por el tamiz de ese soul que gozaba de plena efervescencia gracias a los Sam Cooke, Ray Charles, Otis Redding o Solomon Burke.

Fotografía de Michael Ochs
Entre 1967 y 1970 grabó piezas que pasarían a ser clásicos de la música contemporánea, como Respect, Think, I never loved a man (the way I love you) o I say a little player, destacando los álbumes: I never loved a man the way I love you (Atlantic, 1967), Aretha arrives (Atlantic, 1967), Lady Soul (Atlantic, 1968) y Aretha now (Atlantic, 1968). Muchas de las canciones que grabó durante aquellos años se convirtieron en incunables que rebosaban una pureza impactante, propia de algo que acaba de ser arrancado de su medio natural, y que además quedaban enmarcadas dentro de un contexto de lucha social único en Estados Unidos.

En los años setenta, con la caída del soul en detrimento del funk, y más tarde con la llegada del rock de plastiquete de los ochenta, Aretha no encontró su hueco. Trató de volver al góspel, pero la velocidad a la que cambiaban las cosas por aquel entonces no invitaba a desandar el camino. Su voz era demasiado auténtica como para vestirse con los abalorios de las modernidades, y el consumismo voraz hacia el que comenzaba a virar la industria musical no ayudó. El mainstream tomaba su voz para exponerla en discos de duetos y experimentos varios que no lograron el más mínimo temblor, pero lo mejor de su legado se había quedado encerrado en aquellos años de final de la década de los sesenta. Un período que le valió el título de "Reina del Soul", y que tienen en el disco Rare & Unreleased Recordings (Atlantic, 2007) una muestra de su gran valía, a través de una una interesante colección de tomas en estudio donde la cantante exhibe su fuerza vocal tanto a solas con su piano como acompañada por mínimos arreglos instrumentales.

Sin necesidad de encabezar manifestaciones, fue todo un símbolo de la lucha feminista y de los derechos de la comunidad negra. Llegó a cantar en el funeral de Martin Luther King en 1968 y también lo hizo en enero de 2009 cuando Barack Obama tomó posesión y se convirtió en el primer presidente negro de la historia estadounidense. Era un icono, tanto en lo musical como en lo social. A lo largo de su carrera fue galardonada, entre otros, con dieciocho Grammy (siendo la segunda persona con más premios en la historia de la ceremonia), en 1987 se convirtió en la primera mujer en entrar en el Salón de la Fama del R&R, fue la primera mujer afroamericana en protagonizar la portada de la revista Time (en su edición de junio de 1968) y hasta el estado de Michigan declaró su voz "Tesoro Natural".

Tristemente Aretha Franklin nos dejaba el 16 de agosto de este año debido a un cáncer de páncreas a la edad de 76 años. Hasta esa fecha la diva lidió con el alcoholismo, divorcios, maltratos, depresiones, un miedo a volar que la recluyó en su país imposibilitando giras mundiales...pero nada de esto minó su leyenda. Pertenecía a esa generación de músicos que estaba allí cuando "todo era campo", ayudando a cimentar el sonido en el que ahora vivimos y sobre el que han crecido estilos como el hip hop, el rap, el rock o el pop. 

Como herencia nos ha dejado muchas y grandes canciones, pero aquí están nuestras preferidas. Disfrutad.


1. Soulville. De su disco Unforgettable: A Tribute to Dinah Washington (Columbia, 1964).
2. The House Jack Built. Escrita por Bobby Lance y Fran Robbins, fue Cara B del single I Say a Little Player perteneciente a Aretha Now (Atlantic, 1968).
3. I Never Loved a Man (The Way I Love You). Para muchos una de las obras supremas del soul. Compuesto por Ronnie Shannon y dentro del disco del mismo nombre editado en 1967.
4. Respect. Tema de Otis Redding, presente en su I Never Loved a Man (The Way I Loved You), y que llegó a ser todo un himno de la lucha feminista.
5. Save me. Escrito por la propia Aretha, junto con su hermana Carolyn y King Curtis, pertenece también a su I Never Loved a Man (The Way I Loved You).
6. Think. Otro tema escrito por Aretha y Ted White, y que abre su disco Aretha Now (Atlantic, 1967).
7. Chain Of Fools. Canción de Don Covay y recogida en su Lady Soul (Atlantic, 1968).
8. Spirit In The Dark. Tema propio que da título al disco que cierra su etapa dorada en 1970.
9. Don't Play That Song For Me. Compuesta por Ahmet Ertegün y Betty Nelson, para el Spirit In The Dark (Atlantic, 1970).
10. Sweet Bitter Love. Toma rescatada del fantástico álbum de descartes Rare & Unreleased Recordings (Atlantic, 2007) que recoge grabaciones de las sesiones de Atlantic de finales de los sesenta y principios de los setenta.

Lista de todos los Arethazos en Spotify






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