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| Black Sabbath, Brian Duffy |
"Sólo puedes confiar en ti mismo y en los seis primeros álbumes de Black Sabbath"
Henry Rollins, cantante de Black Flag, Rollins Band
Tomando como partida este consejo de Henry Rollins, nos lanzamos a nuestro pequeño homenaje a una de las figuras más icónicas de la estantería del rock, Ozzy Osbourne, quien abandonaría la superficie planetaria el pasado 22 de julio de 2025, sólo diecisiete días después de su despedida en un multitudinario concierto junto a sus compañeros originales de Black Sabbath, Tony Iommi, a la guitarra, Geezer Butler, en el bajo, y Bill Ward en la batería.
En este obituario capitaneado por mi perro, repasaremos los trabajos que los Sabbath grabaron con Ozzy, pero rebuscando y seleccionando los temas menos conocidos de su cancionero. Let me hear you scream!
Ozzy no podía morirse como el resto. Tras una eterna carrera discográfica entre Black Sabbath, discos en solitario, excesos, dolencias, realities, excesos, párkinson, operaciones varias, y más excesos que sin duda debieron mandarlo al otro barrio hace décadas, el Príncipe de las Tinieblas del rock sólo tenía una meta que se tornó obsesiva: llegar al concierto de despedida de Black Sabbath que se celebraría el 5 de julio en el estadio Villa Park de Birmingham, su ciudad natal, junto a sus compañeros de banda y un puñado de artistas deudores de la gestación sabbathiana del metal. Más allá de la curiosa ausencia de bandas británicas que apoyaran la causa, aquella actuación de sólo cuatro temas (Black Sabbath, N.I.B., Iron Man, Pananoid) fue la emotiva cita para que estos cuatro tipos volviesen a reunirse (la anterior había sido en el Ozzfest de 2005) por última vez.
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Black Sabbath en 2025 por Ross Halfin |
Farándula aparte, todos aquellos que disfrutamos del ruido les merecemos respeto. En su momento eran escoria, y lo sabían. Chavales sin futuro de las calles de Birmingham, en tiempos de posguerra, de familias humildes, cuyas cartas pasaban por acabar con sus huesos en una fábrica el resto de sus vidas, ir a la cárcel o montar una banda de rock. Hicieron todo lo anterior (nuestro cantante hizo pleno con visitas por el penal), pero ayudaron a cambiar la música para siempre. La facilidad de Tony Iommi para dar con riffs que acabarían por ser legendarios, la literatura y el atronador bajo de Geezer Butler, la pegada de Bill Ward, junto con la voz y figura inclasificables de Ozzy, les hizo firmar discos inmortales que dieron sus primeros pasos en la teatralidad de la magia negra, hasta acabar en la cristalización de aquello que más tarde se acuñó como Jevi metal.
Y es que pese a que no fuese su intención, y tampoco se acabaran de ver cómodos en ese parto metalero, todo lo contenido en aquellos primeros LPs pasó a encaramarse como vértice superior de una pirámide genealógica de la que más adelante dependerían todos los subgéneros del metal. Su idea inicial simplemente fue formar una banda de blues, pero las penurias y la casualidad hicieron el resto. Sus influencias musicales procedían del blues rock, del jazz de Buddy Rich y de los Beatles, pero aquel entorno gris plomizo de Birmingham empapó los doce compases primigenios, hasta dotarlos de lo que muchos tildaron como fealdad sonora. "Su música era más bien una forma primitiva de enfrentarse al entorno, algo que terminó por articular una identidad a partir del estruendo, como si hubieran decidido que si iban a vivir entre fábricas y hollín al menos serían ellos quienes dictaran el ritmo con el que el mundo se descompone".
Además, en aquellos años de finales de los sesenta hubo un repunte del interés por las ciencias ocultas. La presencia en prensa de personajes como Anton Lavey en EEUU, los asesinatos cometidos por la familia Manson en 1969, o la popularidad de la literatura de Dennis Wheatley en Reino Unido, hizo que la cultura pop abrazara la oscuridad, mientras los años de las flores abanderada por la costa californiana no encontraba su reflejo en la gris Gran Bretaña. En este caldo de cultivo, nuestros muchachos se preguntaron qué pasaría si incluían algo de terror en sus versos...porque al fin y al cabo, si la gente podía pagar por pasar miedo, quizá podría hacerlo por escucharlo. Dicho y hecho. Cuenta la leyenda que el nombre de Black Sabbath, que llegó tras quedarse sin el apelativo de Earth con el que habían comenzado (un tiempo después de The Polka Blues Band), lo encontraron en la programación de un cine cercano a su local de ensayo. Concretamente el día que echaban una película de serie B protagonizada por Boris Karloff, que en España pasó como "Las tres caras del miedo", pero que en Reino Unido se presentó como Black Sabbath, y que no sólo inspiró el nombre, si no que encaminó la línea sonora y lírica de la banda, comenzando a escribir letras con canguelo, y aprovechar toda aquella inercia ocultista creciente a su favor.
Ayudó también otra penalidad. La que sufrió su guitarrista Tony Iommi en su adolescencia al perder las puntas de dos dedos de su mano derecha (es zurdo) en un accidente laboral en una fábrica de chapa metálica. Iommi, animado por la historia de Django Reinhardt, uno de los más célebres guitarristas de jazz que únicamente contaba con dos dedos en la mano del mástil por las quemaduras sufridas durante un incendio, se fabricó dos dedales de cuero sobre unas prótesis de goma, y afinó más baja la guitarra para que las cuerdas quedasen menos tensas, lo que sumado al uso del tritono (conocido como acorde del diablo) en alguna de sus canciones, acabó por perfilar el componente de oscuridad que demandaba su sonido por derecho de existencia. Cosas de la vida, lo que por un momento estuvo a punto de terminar con su pasión por la guitarra, acabó por crear una nueva religión musical.
Su primer disco, el homónimo Black Sabbath (Vértigo, 1969) nació tras apenas doce horas de grabación, entre el 17 y 18 de noviembre de 1969, y al son de letras dedicadas a Lucifer, Lovecraft y Tolkien. Aquellas campanas sobre la lluvia, sobre el siseo del vinilo, y se presentaban en sociedad tuvieron que sonar ciertamente terroríficas. Louisa Livingston, la modelo que fantasmagóricamente se plantaba en la portada del disco delante del todavía vivo molino de Mapledurham en Oxfordshire, evocaba la ensoñación que Butler tuvo sobre una mujer encapuchada a los pies de su cama, y que inspiraría la canción que daría título al disco. Pero salvo por ese tinte oscuro que lo envolvía, este primer trabajo no dejaba de ser un disco de blues. Contiene dos de las piedras maestras de su discografía N.I.B. y la propia Black Sabbath (que puede que sea uno de los primeros temas Doom de la civilización rockera), aunque seguían manteniendo el pulso de un blues rock ennegrecido como mostraban en Wicked World o Evil Woman (Don’t Play Your Games With Me) que realmente era una versión del grupo estadounidense Crow, y que el manager de la banda Jim Simpson pensó que sería un buen primer sencillo para tratar de sonar en la radio, que les valdría su primera entrada en la BBC Radio 2 una madrugada.
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Black Sabbath en 1969 por Jim Simpson |
La negrura de su sonido se asentó en las profundidades abisales del rock con su siguiente, crucial e imprescindible Paranoid (Vértigo, 1970). A modo de monumento megalítico, la primera cara queda engalanada con varias de las líneas de guitarra más míticas del Patrimonio de la Humanidad, como Paranoid (que curiosamente llegó a cubierta casi como relleno), War Pigs, o la inmensa frialdad de Iron Man, que convivían con la plácida Planet Caravan, las simpáticas melodías de Blues funeral o Hand of doom, y temas más blueseros como Rat Salad o Fairies Boots. La mayoría de aquellas canciones salieron de las sesiones maratonianas para las que fueron contratados en una residencia de Zurich, en el local Beat Club, durante el otoño de 1969 (sólo unas semanas después de lanzar su disco debut), en las que la banda debía tocar siete turnos de 45 minutos cada uno. La lírica del trabajo resultó empapada de la conciencia anti belicista que la guerra de Vietnam provocaba aquellos años, motivo por el cual quisieron llamar al disco War Pigs, aunque la discográfica apostase por el nombre de la canción que llevaba EL RIFF, Paranoid.
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Portada e interior del disco Black Sabbath |
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| Black Sabbath en 1969 en Hamburgo |
Tras aquel trabajo, el grupo no estaba del todo cómodo con las acusaciones de satanismo que caían sobre ellos. Las sensibilidades por los asesinatos de la familia Manson en Estados Unidos estaban algo susceptibles, y su siguiente disco tomó otras vías de inspiración: el cannabis. Master of Reality (Warner, 1971) fue el último disco donde las drogas no afectaron de lleno al clima de la banda, y en el que comenzaron a experimentar dejando de lado la inocencia de los primeros dos discos. Con el paso de los años, este Master of Reality se acabó convirtiendo en uno de los pilares fundacionales, no sólo de la carrera de Sabbath sino de géneros enteros. Tony Iommi bajó la afinación de su guitarra para facilitar aún más su pulsión, creando un sonido más pesado todavía, Butler lo acompañó en aquel descenso sónico, y junto con el cannabis reinante, dio lugar una de las referencias fundamentales del stoner rock (o downer rock como lo llamaban entonces). Un compendio de riffs cadavéricos y festivos, en el que hay de todo, y todo marida: la fumada de groove arrastrado de Sweet Leaf, el metal trotón de Children of the Grave, el doom plomizo y majestuoso de Lord of this world, el folk zeppeliano de Solitude, o el riff correoso y juguetón de Into the void que introduce al sludge en la historia del metal.
La cosa se desmadró en su Vol.4 (Warner, 1972), o Snowblind para los amigos. Porque el ritmo de disco/gira anual al que se habían encaramado sólo se podía aguantar con química, y aquella química fue la farlopa. Cada día en el estudio Record Plant de Los Angeles, aparecían cajas de altavoces literalmente llenas de cocaína que sumieron a Ozzy y compañía en un estado de excitación que les hizo mostrarse en este nuevo trabajo menos oscuros que en los álbumes anteriores. La idea era haberlo llamado Snowblind (ciego de nieve), pero el tema de la droga en EEUU no estaba para farolillos, y la discográfica tiró por "romperse la perola" hasta dar con un nombre. Sin ser mi preferido de esta saga, Vol.4 fue otro joyero: Snowblind, Changes, Supernaut o Wheels of confussion (con sus ocho minutazos) se alzan con la capitanía de este disco, sin menospreciar maravillas como Cornucopia, cuyo juego de baquetas casi le cuesta a Ward la salud, esa cabalgante Tomorrow's Dream, o la asfixiante Under the sun brillantemente recuperada en sus últimos tiempos. Como curiosidad, Tony Iommi se encargó de la producción, siendo el primero en no contar con Rodger Bain.
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Cubierta, y contra (que se utilizó en España como portada), de Sabbath Bloody Sabbath |
La madurez estilística tomaba posiciones al tiempo que la banda iba alejándose cada vez más del blues de sus inicios (memorable aquella comparación de Lester Bangs de Rolling Stone, diciendo de ellos que eran como los Cream ¡Pero aún peores!). El abuso de sustancias varias había culminado en un bloqueo creativo y un agotamiento tras la gira del Vol.4, que les hizo encerrarse en el Castillo, se suponía que embrujado, de Clearwell en Gales para grabar su siguiente peldaño discográfico Sabbath Bloody Sabbath (Warner 1973). Con este percal, sorprendentemente salieron airosos de la mezcla de más drogas y lugares encantados, con un álbum que luce el momento más fino de los Sabbath. Y no fue fácil. Todo estuvo a punto de despeñarse hasta la aparición del riff monolítico y sencillamente insuperable que viste el primer y titular corte con el que se inicia este disco. De ahí, todo excelencia: los cambios de paso que colorean Killing Yourself to live, las inmensas Sabbra Cadabra (con los teclados de Rick Wakeman de YES que también sumaría atmósferas en Who are you), A national acrobat, Spiral Architects...Ozzy doblando voces, flautas, teclados...hasta pasajes acústicos como el interludio Fluff, que son una delicia. También suben el nivel con la fantástica portada de Drew Struzan, para muchos la mejor de toda su discografía, que fue censurada en países como España, con un "666" y un hombre en su lecho de muerte rodeado de diablillas, pero a la que seguirían dos de sus cubiertas más discutidas: Sabotage (1975) y Technical Ecstasy (1976).
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Creando Paranoid, por Chris Walter |
Según las propias palabras de Ozzy, "Sabbath Bloody Sabbath fue realmente el álbum tras el cual debí haberme despedido, porque después de eso empecé a desmoronarme". El consumo de drogas no cesó, y la dependencia musical y literaria sobre Iommi y Butler, respectivamente, cada vez era más agobiante para ellos. Estas tensiones internas se sumaron a las derivadas por las demandas sobre su ex manager, Patrick Meehan, y a la cada vez más exigente visión de Iommi quien venía tiempo pidiendo salir de la zona de confort creativa. De todo este mejunje, lanzan el que para muchos es otra cumbre indiscutible de su carrera, Sabotage (Warner, 1975). Un disco a tumba abierta, más directo, con el grupo buscando nuevas líneas de expresión y que contiene, por ejemplo, la que se considera la primera inclusión del progresivo en el metal, con Symphony of the universe, tras esa inmensísima Hole in the sky. Vaya arranque. Mantienen el hambre experimental de su anterior Sabbath Bloody Sabbath, pero las circunstancias les hace afilar los colmillos. Una obra maestra, lírica y musicalmente con piezas excelsas como Megalomanía o The Writ, que junto a Am I going insane? es de los pocos cortes en los que Ozzy se lanzó a escribir letras.
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Los Sab Four por Chris Walter |
Ozzy grabaría dos álbumes más con Ward, Iommi y Butler (Technical Ecstasy (Warner, 1976) y Never Say Die! (Warner, 1978)), y uno extra sin la presencia en los tambores de Bill Ward, sustituido por Brad Wilk (Rage Againts The Machine, Audioslave), llamado 13 (Warner, 2013). Los dos primeros fueron traídos al mundo en medio de la agonía de una banda que se desangraba mental, emocionalmente y físicamente, pero de los que seguía brotando una magia desbordante. Contadme si no, cómo en medio de ese álbum de portada imposible que es el Technical Ecstasy se pueden destilar maravillas como Dirty Women, la setentera Its All right´(recuperada para gloria de muchos por Guns & Roses en el tour de Use Your Illusion), You Wont Change me o la desgarradora She's gone. Esto es serio. En Never Say Die! (con una mejor portada a cargo del mítico estudio gráfico Hipgnosis) los Sabbath estaban tan rotos que Ozzy abandonaría la banda con el disco a medio cocinar. Reclutarían a Dave Walker ex Fleetwood Mac, pero a punto de grabar sus partes...volvió Ozzy, aunque negándose a cantar alguno de los temas que habían preparado con Walker. Un Circo. El álbum acabaría por ser un sindios de estilos, pero que seguía resistiendo en pie y soltando mamporros como Never say die, ese estribillo complicado que esconde la burrísima Johnny Blade, fantásticas A Hard Road, Shock wave, Over to you.. o esos más que atrevidos dejes jazzeros de Air dance o Breakout. Discazo.
Tras la gira de Never Say Die junto a Van Halen en diciembre de 1978, con todos los miembros de Black Sabbath totalmente enganchados a una lista sinfín de sustancias y brebajes, la presión de la discográfica y la dinámica destructiva de todos en general, y Ozzy en particular, hicieron que éste fuese invitado a abandonar la nave.
La banda continuaría con Ronnie James Dio en la voz, y Ozzy daría pistoletazo de salida a su carrera en solitario. No sería hasta casi veinte años después, cuando los llamados Sab Four se volverían a juntar sobre el escenario de los Ozzfest de 1997 y 1998, hecho que se celebraría con el álbum en vivo Reunion (Warner, 1998), y que dio pie a las sesiones de grabación de su siguiente y último álbum de estudio. 13 (Warner, 2013) fue una dignísima despedida repleta de temarracos como The End Of The Beginning, God Is Dead?, Methademic, Age of reason, Dear Father, The Loner... aunque se le criticó haber sido excesivamente lastrado por la producción de Rick Rubin, quién sepultó los matices del disco bajo el manto de la famosa "guerra del volumen", caracterizada por comprimir en exceso el rango dinámico de la música. Cosas del paso de los años.
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Ozzy, Iommi, Butler por Robert Voes |
Pues ya estaríamos...em algún otro momento prometemos repasar la carrera de Black Sabbath sin Ozzy en el micro, e incluso esa carrera de Ozzy Osbourne en solitario, pero mientras cogemos apuntes, damos por finalizado el monográfico de hoy. Si habéis estado atentos encontraréis las miguitas de pan necesarias para disfrutar del paso de Ozzy por los Sabbath, pero si no, aquí va una escueta chuleta que recoge alguna de las canciones menos conocidas de la colección. Disfrutad.
1 - Evil Woman (Black Sabbath)
2 - Planet Caravan (Paranoid)
3 - Lord of This world (Master of reality)
4 - Changes (Vol.4)
5 - Killing yourself to live (Sabbath Bloody Sabbath)
6 - Spiral architects (Sabbath Bloody Sabbath)
7 - Symphony of the universe (Sabotage)
8 - You Wont Change me (Technical Ecstasy)
9 - A hard road (Never say die)
10 - Methademic (13)









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