Aquí va la crónica, lo más corta que mi fanatismo ha logrado
escribir, después de nuestra visita a Frankfurt para ver a los inmensos Rush.
Es lo que hay.
Como si de una maldición bíblica
se tratara, los Rush vuelven a finalizar su gira europea sin pasar por
la península ni alrededores. La migración de fanáticos sur europeos hacia el
norte del continente para degustar una de las bandas más grandes e influyentes
de la historia, vuelve a repetirse. No queda otra que agachar la cabeza al ver
cómo alemanes, británicos, suecos, holandeses, finlandeses y últimamente
italianos, llenan sus pabellones para ver a estas figuras que llevan cerca de
40 años por los escenarios y más de 40 millones de álbumes vendidos por el mundo.
Algo no funciona.
Y es que los canadienses siguen
arrastrando, sobre todo por el viejo continente, el estigma de banda
incomprendida por la prensa musical que nunca vio con buenos ojos que no
hincaran las rodillas y no supieran adaptarse a las modas sonoras. El muy
recomendable documental “Beyond the lighted stage”, editado el año
pasado y del que igual hablamos algún día, recoge ese modo de vida tan alejado
del glamour de otras bandas de la época, a la vez de ser fiel testimonio de la
absoluta veneración con la que Rush es vista por bandas tan dispares como Rage Against The Machine, Dream Theater, Smashing Pumpkins o Nine Inch
Nails. Pero antes de que empiece con mi defensa de las causas perdidas,
aquí va la extensísima crónica del concierto de Rush en Frankfurt dentro de su
gira Time Machine Tour.
Resacosos todavía de la gran
experiencia alemana de Oberhaussen en el Snakes & Arrows Tour de 2007, y
con la dificultad añadida de coincidir las pocas fechas europeas de la gira con
un fin de semana, esta vez el lugar elegido para el evento sería el Festhalen
de Frankfurt, lugar que por cierto ya había recogido la grabación del concierto
30 aniversario de Rush en 2004. El destino quiso además que ese fin de semana,
en la misma ciudad y mismo pabellón, tocase Iron Maiden con lo que desde el sábado las camisetas de Rush y de la Doncella de hierro inundaban las terrazas y calles, aunque las
sonrisas de complicidad entre los que veníamos a ver a los canadienses desde
todas las partes del mundo (Israel, Chile, Argentina, EEUU…) se colaban entre
la multitud con la emoción de aquellos que se saben participar en una
experiencia única.
El día “D” y a la hora “H”,
después de que la entrada en el Festhalen fuera lo más parecido a la toma del
castillo de Takeshi pero con adorables alemanes tamaño XXL gritando
proclamas de “nain nain!!!!” o “jaksjdvaksjhdlaken!!!!” en vez de orientales
con pistolas de tinta, accedimos a un recinto lleno hasta la bandera y plagado
de torres germánicas dispuestas en una perfecta alineación que impedía
cualquier tipo de fuga a por avituallamiento líquido desde la quinta fila en la
que nos encontrábamos.
Con un leve retraso sobre la hora
prevista, y una vez se apagaron las luces, comenzó el ya típico pero siempre
fantástico y sorprendente vídeo de presentación de la banda donde cada uno de
los integrantes interpreta un personaje enmarcado en un corto cómico, y que
esta vez trataba sobre un inventor de la máquina del tiempo que conoce a un
trío de jóvenes promesas de la música. Conforme las escenas se suceden van
creciendo las carcajadas (de simpatía y de histeria a partes iguales) hasta que
poco a poco se van vislumbrando los acordes de Spirit of the radio.
Gritos, aplausos y jolgorio popular aderezados con alaridos de incontenida
felicidad por lo que nuevamente y cuatro años después se nos venía encima. Con
sus cerca de sesenta años, Geddy Lee, Alex Lifeson y Neil
Peart parecen vivir una segunda, o tercera juventud, disfrutando cada
concierto como si fuera el último, sin parar de repartir sonrisas y simpatía
entre ellos y el público, y transmitiendo la sensación de querer aprovechar
cada gira para demostrar que siguen vivos. Y vaya si lo están.
Tras Spirit of the radio,
como buenos prestidigitadores de nuestros sentidos y sin dejar tiempo para
digerir la emoción, atacaron con la inesperada y emotiva Time stand still,
apuesta personal y que se llevaba el premio al primer sorpresón de la noche. Le siguieron Presto y Stick it out,
que junto a Freewill y Closer to
the heart, fueron las que menos disfruté. Por lo demás, el resto rozó la
excelencia.
La maravillosa Working them angels
arribó en el pabellón reivindicando el Snakes
and Arrows como uno de los grandes discos que tiene la banda en su
haber. Y es que una de las cosas grandes de esta banda es su gusto por seleccionar
temas variados de todas sus épocas, dejando para los primeros compases del
concierto joyas que muchos creían olvidadas. No es el caso de Leave that
thing alone, esa hipnótica y alocada pieza instrumental del Counterparts que nos arrastró a
más de uno hasta ese concierto de Rio de Janeiro que todos teníamos que haber
vivido.
Entre canción y canción, cuando
el oxígeno nos daba tregua para airear nuestros cerebros y salir de la devoción
religiosa con la que asistíamos a semejante espectáculo, hasta conseguíamos
fijarnos en el escenario. Sobrio como siempre, sin grandes estructuras ni
pasarelas, pero con un cuidadísimo juego de luces, imágenes y animaciones
acompañando a las canciones. Como en las últimas giras, hasta lo que nosotros
conocemos, en la espalda de Geddy Lee
hay sitio para los artilugios de turno de la gira, que como él mismo dice
nacieron para presentar batalla a los enormes amplificadores de su amigo Alex Lifeson, y que esta vez lo
componen una serie de aparatos innombrables que sacan humo, tambores que daban
vueltas y producían… ¡¡¡¿¿salchichas??!!!
Volviendo al repertorio,
sorprendió Faithless, del Snakes
& Arrows, y que curiosamente fue de los pocos que no escuchamos en
su gira correspondiente. Es un medio tiempo agradable, que lleva escondido un
tremendo sólo de guitarra de Lifeson pero que, sin llegar a bajar el nivel, no
creo que esté llamado a perdurar demasiado en los directos. BU2B,
canción de la que vivo obsesionado hace un tiempo y primer adelanto del nuevo
disco que llegará en septiembre, vino a demostrar que la banda tiene un
inquietante espíritu de Peter Pan poniendo sobre la mesa su eterna juventud. La
canción, liderada por la batería intratable de Neil Peart junto a una línea de bajo machacona, te conduce por
atmósferas oníricas alternando descensos frenéticos sobre un tema que rebosa
fuerza por todos sus costados y que además, como casi siempre, le viste una
letra de calidad.
Si algo caracteriza a Rush son los fuertes cambios de sonido con
los que han experimentado a lo largo de su carrera y que, por los que se
refleja en sus directos, no les suponen ningún sonrojo. Si sus comienzos,
fueron estandartes del rock progresivo junto a bandas como King Crimson o Jethro Tull,
sin olvidar influencias evidentes como The
Who o The Bestles, en los
ochenta su rumbo viró hacia sonidos cercanos a un rock mucho más accesible,
facturando discos como Signals
o Power of windows que sin duda
no son del gusto de todos, pero que albergan joyas como Marathon o Subdivisions,
que sonaron esa noche elevando el nivel de concierto al estado de épico y
abanderando la nostalgia de los más experimentados seguidores de la banda.
Pero como ya he dicho, los conciertos de Rush duran cerca de tres (maravillosas) horas!!!! Así que después de un parón de unos quince minutos, volvió a encenderse la pantalla para obsequiarnos con un nuevo corto continuación del que había dado comienzo el concierto. Esta vez arrancaron con Tom Sawyer, con un acompañamiento de vídeo muy simpático en el que la banda aparecía tocando disfrazados de cavernícolas o de época, cuando no aparecían unos monos o bebés con los instrumentos respectivos. Le siguió la interpretación íntegra de uno de sus discos más laureados: Moving pictures, del que si bien todas sus canciones fueron una delicia, tengo que destacar YYZ donde se demostró un alemán, por mucho que se emocione, es un alemán y un latino es un latino (la prueba del lalala no falla). The camera eye, que era la “tapada”, sonó genial, Witch hunt, gusta más conforme más la escuchas y Vital signs con ese ritmo reggae tan entrañable se lleva uno de los mejores recuerdos de la noche.
La fiesta continuaba presentando
su segunda novedad del disco venidero, Caravan, con un video de
acompañamiento genial y con un Neil
Peart que sigue defendiendo su estatus como uno de los mejores baterías de
la historia del rock, pese a los años y las desgracias. Y es que una vez más
pudimos asistir a la clase de la ciencia del ritmo de “El Profesor”, con su habitual y espectacular tema
(ya ha perdido la categoría de simple solo)
con el que un año más nos acercó a la idea de la toma del escenario.
Sencillamente fantástico, sensacional, divertido, acojonante….Neil Peart. Si podéis buscad, y
encontrad, el vídeo de acompañamiento con la
big band porque merece la pena.
Closer to the heart fue la
antesala de uno de los momentos más emocionantes que viviremos en un concierto:
2112. Inolvidable comprobar la fuerza de esta canción en directo y eso
que aunque sólo disfrutamos de sus dos primeras partes (Overture y The temples of
Syrinx), el bicho es todo una muestras de la fuerza que alberga esta banda
en directo, de la potencia que desprenden y de que la devoción incondicional
que les prestamos es justa y necesaria. Sin palabras.
Con el corazón todavía a cien,
sonó la inmensa Far cry, canción que empieza a ser un clásico y que
rescata el sonido más “pesado” de la banda. Tras esta, se despidieron para
salir repartiendo camisetas (que majos son joder), y tocar los dos últimos
temas que fueron nada más y nada menos que La Villa Stragliato y Working
man, con un Alex Lifeson crecido
y al que no me cansaré de defender el mérito, la calidad y la simpatía de este
tipo a lo largo de su carrera. Y es que si todavía después de haber tocado más
de dos horas y media, tienen ganas de ofrecer al boquiabierto personal una de
las piezas más complicadas de su repertorio y además tocar Working man, a
guitarrazo limpio…Se me acaban los elogios.
Y así, con una camiseta tamaño M
de alemán y tres sonrisas como sandías, tuvimos que abandonar el epicentro de
la felicidad absoluta. Personalmente hubiera estado tres horas más, así que
sólo puedo pensar en todas las canciones que me faltan por escuchar (Red
Sector A, Xanadú, Driven, 2112 otra vez…) y en su más
que segura próxima visita europea con su nuevo álbum bajo el brazo.
Lo que es innegable, es que pese
a ser una banda que lo tiene todo hecho, se esfuerzan en no acomodarse en su
propia gloria, poniendo las poses que todos esperaríamos de ellos, tocando los
mismos temas que todos conocemos, y haciendo conciertos de hora y tres cuartos.
Sin duda bandas como esta demuestran mucho más de lo que su música transmite.
Supongo que a estas alturas ya no voy a convencer a nadie para que escuche Rush si no lo ha hecho ya, así que,
vosotros os lo perdéis. Id en
paz.
The Spirit of Radio
Time Stand Still
Presto
Stick It Out
Workin' Them Angels
Leave That Thing Alone
Faithless
BU2B
Freewill
Marathon
Subdivisions
Set Two
Tom Sawyer
Red Barchetta
YYZ
Limelight
The Camera Eye
Witch Hunt
Vital Signs
Caravan
Drum Solo
(Love 4 Sale)
Closer to the Heart
2112 Part I: Overture
2112 Part II: The Temples Of Syrinx
Far Cry
Encore:
La Villa Strangiato
Working Man
Magnífica critica para un concierto inolvidable.
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