Un periodista de la web Pitchfork definió la voz cavernosa de Mark Lanegan como "tan áspera como una barba de tres días, pero tan flexible y maleable como el cuero de un mocasín". Su imponente figura, su mirada, la leyenda de tipo complicado, y sus escarceos constantes con el "otro barrio", le hicieron encarnar una especie de ángel de la muerte post-grunge. Y aunque el comienzo de su vida artística tomara como referencia haber sido cantante de una de las bandas de culto del movimiento, Screaming Trees, no hubo nadie en el mundo que tratase con más fuerza de que este hecho pasase desapercibido como él mismo.
El que acabaría siendo uno de los vagabundos más venerables del rock, nos dejó en 2022 tras las complicaciones derivadas de una larga exposición al Covid que llegaría a relatar en primera persona en el libro El Diablo en Coma (Contraediciones, 2023). En la propia ficha editorial de aquel libro, él mismo afirmaba que marcharse así resultaba una broma pesada del destino, cuando según sus propias palabras, y parafraseando una de sus últimas canciones (Skeleton Key, del disco Straight Songs of Sorrow (PIAS, 2020)), "pasé mi vida intentando morir por todos los medios".
El pasado noviembre, su oscuridad Mark Lanegan hubiese cumplido 60 años. Encontramos este motivo lo suficientemente relumbrante, y si no ya nos hubiésemos encargado de encontrar otro igual de válido, para repasar la trayectoria de una de las voces más atractivas e icónicas del rock de finales y comienzos de siglo.
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Mark Lanegan por Gaelle Beri |
Para los 18 años ya era un alcohólico con un historial policial fuera de la lógica de su edad. Él mismo decía que acabó en los Screaming Trees sólo porque creía que podían sacarlo de Ellensburg, su lugar de nacimiento. “Me entró la risa cuando Lee (Conner) me sugirió que cantara algo para acompañar su música, pero me intrigaba aquella máquina de cuatro pistas, aquel bicho raro y sus canciones”. Los hermanos Conner (Lee y Van) fueron su billete de salvación. Junto a ellos y Mark Pickerel a la batería, en 1984 lanzaron su primer disco como Screaming Trees (Clairvoyance, Velvetone), y ya con el segundo (Even If and Especially When, SST 1987) se convirtieron en el primer grupo del estado de Washington en fichar por SST, la discográfica de Greg Grinn, guitarrista de Black Flag. No fue un mal comienzo.
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Srceaming Trees (Mark Lanegan, Mark Pickerel, Van Conner y Lee Conner) en 1985 por Matt Vanum |
Pero Lanegan odiaba aquellos temas. Las letras le resultaban repulsivas, y además no estaban en su tono. Su relación con Lee Corner fue tormentosa entre muchas razones, porque éste no le permitía (ni a él ni a nadie) aportar nada sobre lo que él componía. Screaming Trees tuvieron ese "algo" fruto de la poderosa voz de Lanegan junto a la mezcla de rock psicodélico y ruido que cultivaban, pero nunca llegaron a salir de la liga de los adorados dentro de su propia esfera. En los preámbulos del grunge, fueron parte de aquellos famosos recopilatorios de la discográfica SubPop que acabaron por ser reliquia (los Trees entrarían en volumen SubPop 200, 1988), y en los que se amontonaban grupos locales que unos años después reinarían, o ayudarían a reinar, el mundo del rock de los noventa: Nirvana, Soundgarden, Mudhoney, Green River o Tad. Pero quizá sin la banda sonora de la película Singles que les aupó con el tema Nearly Lost You, y la carrera en solitario de Lanegan, su eco hubiese sido mucho menor. Era una banda de funcionamiento desastrosa, que destrozaban escenarios, y se batían a tortazos con el primero que apareciera, o entre ellos mismos, y que al final no vendían suficientes discos como para que todo aquello fuese rentable.
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Mark Lanegan, Van Corner, Sean Hollister y Lee Conner, 1989 por Martin Goodacre |
Kingdoms of rain (Whiskey for the Holy Ghost, SubPop 1994). Su segundo trabajo en solitario asentó su estilo de trovador de esperanzas frustradas, con canciones sencillas pero fantásticamente vestidas bajo la producción de su colega Mike Johnson, quien le acompañaría en sus cinco primeros álbumes y, unos años más tarde, en el álbum de versiones Imitations (Heavenly Recordings, 2013). Cuenta la leyenda (y sus muy recomendables memorias, Cantar hacia atrás y llorar, Contra 2022) que debido a la frustración por los tiempos de grabación, la esquizofrenia compositiva en la que había encallado, y las drogas reinantes, Lanegan estuvo a punto de deshacerse de los másteres de las grabaciones de este disco lanzándolas a un arroyo cercano ante los ojos del ingeniero Jack Endino. Hubiera sido una lástima habernos privado de cosas tan hermosas como este Kingdoms of rain, Dead on you o Pendulum.
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Mark Lanegan en una imagen promocional de SubPop, por Charles Peterson, 1990 |
The secret kind (Sweet Oblivion, Epic, 1992). Para este álbum Lanegan exigió a Lee Conner (guitarrista y principal compositor de los Trees) participar en las letras y no repetir la fórmula de hombre orquesta impuesta en los cinco trabajos anteriores. Con la incorporación de Barret Martin en la batería, Sweet Oblivion fue su primer gran disco, y el único junto a su siguiente (y oficialmente último) Dust (Epic, 1996), de los que el gigantón se sentía algo orgulloso. Cantó aquel disco borracho, drogado o de resaca, y aunque puede que su álbum póstumo (Last Words: The Final Recordings, Sunyata 2011) recoja canciones más redondas (como Ash Gray Sunday o Anita Grey), Sweet Oblivion es el trabajo más importante de la carrera de los Screaming Trees. Coincidió con la explosión Nirvanera de 1991, e incluía el que ha pasado a la historia como su único hit radiofónico, Nearly lost you (incluido, además, en la ya comentada banda sonora de la película Singles junto a Pearl Jam, Soundgarden, Smashing Pumpkins, Mudhoney o Mother Love Bone), que si bien no les supuso ningún rendimiento económico, al menos sí los colocó en el mapa.
Hangin' Tree (Songs for the Deaf, Interscope, 2002). El que es líder de los Queens of Stone Age, Josh Homme, se convirtió en los años que acompañó a Screaming Trees como segundo guitarra durante la gira de Dust, en un fiel escudero de Lanegan tanto fuera como dentro del escenario. Después de aquel tour, arrinconado por deudas y por su adicción a la heroína, el estado físico y mental de Lanegan era tal, que la propia Courtney Love (viuda de Kurt Cobain) le ofreció una ayuda que acabaría aceptando para entrar en rehabilitación. Tras su recuperación, Josh Homme le abrió la puerta a contribuir en su proyecto Queens of Stone Age (que sólo había cumplido un álbum de debut), y después a incorporarse como miembro principal en los discos capitales de la banda. Es decir, esos que van desde el fascinante Rated (Interscope, 2000), hasta el Era Vulgaris (Interscope, 2007), aunque sus participaciones con la banda de Homme continuarían hasta ...Like Clockwork (Matador, 2013). Destacar un solo tema por encima de todas las joyas que Lanegan esparció por la discografía de los Queens es casi un ejercicio de aleatoriedad, pero por por poner el acento en uno de los mejores discos de la banda de Josh Homme, nos quedamos con esa maravilla que es Hangin' Tree que descansa dentro de otra maravilla que es Songs for the Deaf (Interscope, 2002).
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Mark Lanegan junto a Josh Homme en un concierto de QOSA |
One Hundred Days, Bubblegum (Beggars Banquet, 2004). En aquellos primeros años a bordo de los Queens Of Stone Age, Homme también invitó a Lanegan a participar en las Desert Sessions que el cantante celebraba junto a nutrida troupe de músicos en los estudios Rancho de la Luna de California. En aquellas sesiones de grabación (concretamente la de los volúmenes 7 & 8 de la saga), Lanegan conoció a Alain Johannes, productor y músico multiinstrumentista con quien se materializaría una conexión inmediata. Desde aquel momento, la producción y colaboración con Johannes se convertiría en los siguientes veinte años, y con los Trees totalmente finiquitados, en una constante en la discografía de Lanegan que tuvo como primera pieza el exitoso Bubblegum (Beggars Banquet, 2004). En este álbum se dieron cita buena parte de la agenda de contactos que fluía de Rancho de la Luna: Josh Homme, Nick Oliveri, PJ Harvey, Chris Goss, Izzy Stradlin, Duff McKagan...dando como resultado un conjunto adictivo, redondo desde todas sus perspectivas, y que consigue mantener el pulso del oyente con cosas tan soberbias como este One Hundred Days, las intratables Hit The City, Sideways in Reverse, Head, Methamphetamine Blues...o todas las restantes.
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Mark Lanegan Roberto Finizio en 2012 |
You won't let me down again. Hawk (V2, 2010). Pero 2004 también abriría una etapa complicada en la vida de Mark Lanegan. Se divorció, cayó de nuevo en las drogas (hasta llegar al coma en una ocasión) y entró de nuevo en rehabilitación en 2006. Pero de aquellos infiernos, florecieron años artísticamente formidables, cuya expresión fue una más que nutrida colección de colaboraciones con distintos artistas. Entre todas ellas, una de las más especiales por su colorido fue la relación con la cantante escocesa de Belle & Sebastian, Isobel Campbell, que se mantuvo en el tiempo durante tres discos (Time Is Just the Same (EP), 2004; Ballad of the Broken Seas, 2006; Sunday at Devil Dirt, 2008, y Hawk, 2010). Tanto la producción como la dirección de las composiciones corría a cargo de Campbell, quien a modo de modista, creaba para que ambos timbres de voz se dieran la mano a imagen y semejanza del mito de La Bella y la Bestia. Aunque ninguno de los tres discos que editaron tiene desperdicio, quizá su álbum más redondo fuese el último Hawk (V2, 2010), donde conviven soul de cercanía en Come Undone, delicadezas como Sunrise o Lately, experimentos más ruidistas como la propia Hawk, o esa gozada para los oídos que es You won't let me down again (por cierto con la guitarra de James Iha, de Smashing Pumpkins, como invitada).
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Promo del single Honey child what can I do? (2006), por Autumn De Wilde |
Idle Hands. The Gutter Twins (Saturnalia, SubPop 2008). La relación de Mark Lanegan con Greg Dulli, líder de The Afghan Whigs, transcendía lo artístico. Se declaraban amigos incondicionales en cuanto había ocasión y no escatimaban alabanzas mutuas, incluyendo la de que ambos se habían salvado la vida luchando contra sus respectivas adicciones. Sin ir más lejos, la última colaboración oficial de Lanegan es precisamente en el último disco de Afghan Whigs, How do you burn? (BMG, 2022) aportando además de los coros en dos temas (incluida la redonda The Getaway), el título del trabajo, que responde a la forma con la que Lanegan solía interpelar a Dulli por teléfono. Años atrás, Lanegan ya había colaborado con Dulli en varios discos que el líder de Afghan Whigs editó bajo el título de The Twilight Singers, antes de que en 2008, y para sueño húmedo de los amantes de la era dorada del grunge de autor, ambos lanzaran un álbum conjunto (Saturnalia, SubPop, 2008) con el nombre de The Gutter Twins (como guiño a las producciones de Keith Richards y Mick Jagger, cuando firmaban como The Glimmer Twins) y del que se pueden rescatar varios cortes como The Stations, I was in love with you, la Afgahniana God's children...o este pepinazo que es Idle Hands.
No expectations. Soulsavers (It's Not How Far You Fall, It's the Way You Land (V2, 2007)). Otra más que interesante unión que dio luz a un par de trabajos con la voz de nuestro muchacho, fue junto al dúo electrónico de Soulsavers. Formado por Rich Machin e Ian Glover la pareja siempre se ha caracterizado por ensalzar su música texturizándola con hilos de blues, gospel, folk o jazz, y reclutando para tal fin predicadores que incluyesen atmósferas lóbregas y sombrías para sus planes sonoros. La lista de voces que han colaborado con estos salvadores de almas es imponente, pero junto a la de Dave Grahan de Depeche Mode, la voz de Mark Lanegan destaca como una de las más acreditadas en aquello de hacer viajar por los pliegues más oscuros de la vida, y cuya participación quedaría plasmada en dos extraordinarios discos: It's Not How Far You Fall, It's the Way You Land (V2, 2007) y Broken (V2, 2009). Pese a que el segundo incluye delicadezas inolvidables como You will miss me when I burn, Can't catch the train, o Death Bells, el carácter más experimental del primero nos devuelve esta versión del tema de The Rolling Stones, No expectations, tan casi irreconocible como absolutamente brillante.
The Gravedigger's song. Blues Funeral (4AD, 2012). Tras ocho años sin publicar nada en solitario, Lanegan regresó con una enorme colección de material propio y empapado de todo lo que había absorbido desde la publicación de Bubblegum en 2004. Libre de su adicción a la heroína, y de nuevo con su inseparable Alain Johannes, su voz de barítono ahumado se dejaba engatusar por ritmos electrónicos a la búsqueda de puntos de cruce entre el Krautrock y el blues del Misisipi, o entre lo bailable de nombres como Dandy Warhols o Primal Scream, sin perder las referencias del post punk de Joy Division. Un disco potentísimo que generó críticas dispares, y que despertó las iras de los que consideraron aquel abrazo a la electrónica como una traición a las viejas formas. Pero Blues Funeral es mucho más que eso. Es una ceremonia en la que se enlazan muchas de sus inquietudes sonoras desde la emocionalidad de Phantasmagoria Blues o Harborview hospital, la oscuridad disco de Ode to sad Disco, el rock crudo de Riot in my house o Quiver syndrome, o ese lamento puro y avasallador que supone la gran The gravedigger's song.
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Con Alain Johannes, por Sam Holden |
Desde aquel Blues Funeral, nuestro "Old Scratch" (seudónimo por el que se conoce al Diablo en ciertas partes de EEUU, y como también se conocía a Lanegan) no abandonaría la electrónica. De hecho uno de sus últimos trabajos fue uniendo fuerzas con el artista de música experimental Joe Cardamone, bajo el nombre artístico de Dark Mark vs Skeleton Joe (Rare Bird Recordings, 2021). Pero como si quisiera equilibrar sus referencias, justo al año de aquel disco de 2012 editaría dos de sus trabajos más acústicos: Un álbum de versiones titulado Imitations (Heavenly Recordings, 2013), y la primera colaboración junto al multiinstrumentista Duke Garwood en Black Pudding (Ipepac Records, 2013). En el primero, que se podía entender como una segunda parte de su I´ll take of you (SubPop, 1999), el cantante rendía homenaje a un conjunto de artistas, variopinto, que habían marcado de una u otra forma su carrera, como Andy Williams, Frank o Nancy Sinatra, pero también contemporáneos como Nick Cave, Chelsea Wolfe o su amiguísimo Greg Dulli. También reseñable era el hecho de que volviese a trabajar con Mike Johnson, quien fuera bajista de Dinosaur Jr, y colega fundamental de sus primeros discos en solitario. De este Imitations, si nos tenemos que quedar con una versión, mi credo me impide no elegir esa maravillosa Murder Ballad que es Mack The Knife.
En cuanto al disco editado junto a Duke Garwood, Lanegan llegaría a reconocer que dicha colaboración había sido unas de las más importantes de su carrera. Duke Garwood le había acompañado como músico de sesión en la grabación de Blues Funeral y el que sería su siguiente Gargoyle (Heavenly Recordings, 2017), además de telonero de su gira acústica de 2010. En este proyecto, ambos se adentraron en los terrenos de un blues desnudo y tenebroso, algo monocromático en algunas fases, pero que atrapaba al oyente con su áurea fúnebre como muestra una fantástica Shade of the sun. Unos años después, aquel trabajo tuvo su continuación en un disco posado sobre sintetizadores With Animals (Heavenly Recordings, 2018), grabado en sólo tres días, y compuesto por Garwood en casa de Lanegan mientras cuidaba a sus gatos. La combinación de arpegios de guitarra sobre atmósferas casi opresivas imprimidas por Duke Garwood, consiguen un efecto tan sofocante como cercano, con temas formidables como My shadow life, Desert song, o esta joyita que es Upon doing something wrong.
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Mark Lanegan por Morten Rygaard |
Para finalizar, y por rescatar una canción del inabarcable cajón de las colaboraciones, nos quedaremos con una de las últimas: la que realizó con una de las bandas más queridas de este blog, los suecos Cult of Luna en su disco The Raging River (Red Creek, 2021). Siempre se ha dicho que Lanegan, detrás de una primera impresión de tipo duro, era muy accesible a la hora de realizar cameos en discos de otros artistas. La necesidad de dinero constante en muchas épocas de su vida, y la inquietud artística le llevó a colaborar con numerosas bandas de distinto pelaje. Durante las grabaciones del álbum Somewhere along the highway (Earache, 2006), los músicos de la banda Sludge/Post metal Cult Of Luna fantaseaban con la idea de que el tema And With Her Came the Birds lo cantase Mark Lanegan, hasta tal punto que el tema lo bautizaron cariñosamente como The Lanegan Song. Cuando llegó la hora de grabar el EP de la banda, The Raging River con los "descartes" de esa maravilla que es A Dawn to Fear (Metal Blade Records, 2019), el recuerdo de Lanegan volvió a posarse de nuevo sobre el tema Inside of a dream, hasta llevar a su guitarrista Johannes Persson a ponerse en contacto directamente con él. El mismo Persson contaba en una entrevista como Lanegan le contestó directamente diciendo "Sí, ya grabé la canción. La disfruté mucho, pero no puedo hacer repeticiones porque desmonté todo el estudio para mudarme de casa. Espero que te guste; si no, lo he pasado muy bien haciéndolo". Sobra decir que el resultado no necesitó de repeticiones, y que es una de las canciones preferidas de esta lista.
Con Inside of a dream, ponemos punto y final, al repaso de una de las voces más especiales de nuestra biblioteca sonora. Una voz moldeada a base de whisky y otros destilados, que derramaron ese halo crooner único sobre el stoner de los QOSA, la electrónica suave de Soulsavers o la delicadeza de Isobel Campbell entre otros muchos. Como guinda, dejamos una lista con nuestras canciones favoritas de todas sus épocas aquí, y una grabación en la mítica radio de Seattle KEXP en el año 2014, que contiene una soberbia versión del Reaching for the moon que popularizaría, entre otras, Ella Fitzgerald.
"Cuando llega el momento de cantar, simplemente abre la boca y suelta su blues, un blues real, vivido, profunda y absolutamente ganado. Su voz te atraviesa, su fuerza pura en el escenario es absolutamente humillante. Se planta ahí delante, con un puño tatuado a la mitad del stand, el otro reposando sobre el micrófono, inmóvil… pero su voz te atraviesa, te desgarra. Su actitud en el escenario es absolutamente aleccionadora. Magnánimo, Mark, magnánimo. Un verdadero cantante, un excelente escritor y un alma hermosa, amada por todos. Con amor, Nick"
Palabras publicadas por Nick Cave en sus redes sociales, por la muerte de Mark Lanegan
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