domingo, 22 de enero de 2023

# 74 - Los mejores discos nacionales de 2022

Cerramos la trilogía de los años más extraños de nuestra vida con un más que excelente 2022 que, en lo musical, ha hecho méritos de sobra para ser enterrado con honores y atraer las envidias de años anteriores. Comenzamos con los tesoros nacionales de su ajuar mortuorio. Toma uno y...¡Dale!

Moura por Leo López

MouraAxexan, espreitan (Spinda Records, 2022). Los gallegos continúan fascinándonos con su manera de entrelazar el folclore patrio con el rock psicodélico, aportando su particular mirada caleidoscópica sobre un sonido que se apoya en puntos de referencia conocidos y otros que nos alejan del suelo que pisamos. La inmersión de los sintetizadores de Alborada do alén, escenifican el paso que separa ambos mundos en una vibrante y exquisita forma de comenzar un disco. El encargado de abrir la cara A, Acechan, es el imponente cántico de Diego Veira quien en clave de “murder ballad” relata el asesinato de su bisabuelo a manos de unos ladrones a principios de siglo XX con el Romance do Andrés D’Orois. Primera en la frente y los pelos en alto. Le sigue la bruma onírica de Pelegrinaxes que nos conduce por el tramo más lisérgico y progresivo del álbum en el que banda, en una suerte de Black Mountain a la gallega, se lanza con la monumental Baile do dentón que termina en un aquelarre de alaridos alrededor de la hoguera. La fusión de gaita con los sintetizadores a lo Gig in the sky dan paso a la cara B, Asoman que, a golpe de hierro y cánticos a la muerte, va filtrando luces del otro lado para que la batería de Cantar do liño imponga las acústicas que nos preparan para el final apoteósico del disco con Encontro unha moura fiaedira en Dormeá y una imponente Lúa vermella que, tras un dulce comienzo, decide volarnos la cabeza en una de las composiciones más sorprendentes, opresivas y maravillosas con las que se puede terminar una obra como esta. El mejor disco del año, y quizá uno de los mejores que vayamos a escuchar en mucho tiempo.

Ella La Rabia (Canción de cuna oceánica, Calaverita cósmica 2022). El grupo canario afincado en Madrid ya apuntaba maneras en eso de combinar el folclore de las islas con el hardcore en su debut homónimo de 2018, pero la frondosidad de raíces culturales que luce su nuevo trabajo lo elevan a la categoría de obra mayúscula. Presentado con una preciosa portada a cargo de Mariano Sánchez y Albert Ramos, Canción de Cuna Oceánica supone todo un vendaval de frescura en una escena nacional que cada vez parece más emancipada de los orígenes anglosajones. La introducción ceremoniosa de Huesos al mar, voces al viento sirve para acentuar el impacto de dos señores pepinazos como son Valenta y el metal bailongo que nos propone MMXX, antes de que el grupo nos arroje su Bohemian Rhapsody particular en Yruene que, sobre un amasijo bien parido de riffs contundentes, coros que tiran de épica, saxo, percusión y un final que pide el último trago, nos pega el puñetazo de realidad correspondiente: Discazo. La canción que da título al disco tiene los santos bemoles de comenzar con un cántico folclórico a voces del grupo Tambara que la banda capitaneada por la voz de Edu Pérez va arrastrando a su terreno hasta un despendole jarcoreta; pero su duende sigue intacto a lo largo del álbum combinando las emociones encarnizadas de temas como Santa + o Al final del camino, con el baile de cervicales que provocan Ella la Rabia o Cumbrenueva. Joya. Madre mía. ¿Dónde estamos? ¿Quiénes somos?.


Biznaga. Bremen no existe (Montgrí, 2022). Con un guiño al cuento “Los músicos de Bremen” de los hermanos Grimm en el que los animales tratan de evitar su sacrificio convirtiéndose en músicos en la ciudad alemana, los madrileños vuelven a plasmar su discurso sobre los cortinajes del post punk ochentero hasta estamparse contra los ecos de unos The Cure encolerizados y, ya puestos en faena, rejuvenecidos. Y no es que esta referencia sea nueva en su sonido, pero sí que es verdad que este Bremen no existe trae el gancho del estribillo más afilado que nunca, sobre un velo de oscuridad melancólica muy propios de los de Robert Smith. Hay temazos bandera a granel como Líneas de sombra, Contra mi generaciónMadrid nos pertenece, o cualquiera de los otros "mega jitazos" que los acompañan; pero sobre todas las cosas buenas que inundan este nuevo trabajo de Biznaga, sobresale una lírica más inspirada, y a la vez desencantada, que nunca. Porque la noche es nuestra y el día de los demás, y nadie nos recordará; el retrato de generaciones desencantadas unidas por el espanto; con ira miro atrás qué ha cambiado en realidad, adalides de la nada somos tú y yo... Si su música atrapa, la letra consume. Impresionantes (otra vez).


Toundra. Hex (Inside Out Music, 2022) Pasito a pasito, los madrileños se afianzan como una apuesta segura en esto de los mejores discos del año. Sondeando terrenos conocidos, Hex transcurre por la orografía esperada que combina paisajes evocadores con vertiginosos descensos, sin que lo esperable desluzca el detalle del disco final. La magnífica producción del álbum, y los veinte minutos del cuerpo central que corresponde a las tres partes de El odio, son los principales culpables de encaramar al disco entre lo mejor del año. Entre las notas de esta pequeña trilogía asoma el recuerdo de esa formidable banda sonora que la banda editó y ejecutó para El Gabinete del Dr Caligari (BMG, 2020), aunque en esta ocasión su música suene sin los encorsetamientos propios de un guion de película. Lejos de desmerecer la primera parte, Ruinas hace los honores de abrir la segunda mitad del álbum que esta vez se desentiende del campo conceptual, mostrando una cara más abierta, jugando con los clásicos espacios sumergidos en ecos de guitarra y atreviéndose a explorar terrenos jazzeros que no me constaban en su arsenal como ocurre en la inmensa Watt, o llegando a ambientes más relajantes como los sintetizadores que despiden el álbum en Fin. Mucho y muy bien.

Mia Turbia. El Camino (Spinda Records, 2022). Seguimos con avistamientos psicodélicos con el debut de una banda andaluza que reúne tripulantes de otras misiones cercanas al space rock como lo han sido la gente de Santo Rostro o Cabeza de Caballo. Con un aire garajero, y hasta cierto punto naif, la nueva banda se adentra en las dimensiones progresivas desde una mirada más desenfadada que de costumbre, pero que fiel al estilo que los arropa, sigue escondiendo intrincados escalones de ritmo. En poco mas de media hora, te despachan una ristra de temazos como las vitalizantes Libre o Dímelo, la frenética Devorador de mundos o el aroma surfero y ultravioleta que desprende Radiación cósmica, que combinan a la perfección con los desenfoques floydianos de Buenamuerte o el embaucador trastorno de la percepción a la que nos lleva el tema que da título al disco en El camino. Como apunte, la banda aparece en el más que recomendable recopilatorio editado también en 2022 por la que actualmente es su discográfica, Spinda Records, y que recogía temas inéditos de gente tan fina como Adrift, Cro!, Kabbalah, Moura o Rosy Finch, entre muchos otros. Canela fina.


Y como polizones de esta selección de mas chulis del año, celebramos el (una vez más) trabajazo de  los thrash metaleros Crisix; la incursión noventera de Disaster Jacks a lo LunaChick o Distillers; la energía punkarra de los jóvenes talentos personificada en los catalanes Sandré o los gallegos Grima; o la despedida de una de las bandas más originales del panorama, Cro!, entre otras recomendaciones que podréis encontrar en las listas de lo mejor nacional del año, y del cancionero de 2022.

¡Salud!

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