viernes, 8 de septiembre de 2023

Queens Of Stone Age

Brantley Gutierrez
Queens of Stone Age por Brantley Gutierrez

Aprovechamos el lanzamiento de uno de los discos (SPOILER!) que figurarán entre lo mejor del año, para repasar los surcos dejados por una de las bandas más personales del olimpo de los magníficos: La reinas de la edad de piedra, también conocidos como... Queens of Stone Age.

Corría el año 1996, y tras sólo cuatro álbumes de estudio la banda Kyuss, pilar noventero del stoner rock, echó el freno de mano aludiendo incompatibilidades entre sus componentes. El bajista Nick Oliveri se marchó a los punkrockers Dwarves, el batería Brant Bjork ya estaba tocando con Fu Manchu, el vocalista John Garcia formó Slo Burn, para más tarde montar el grupo Unida, mientras que el protagonista de nuestra historia, el guitarrista Josh Homme (que por entonces sumaba 23 añitos), entró bajo la tutela de Mark Lanegan como ayuda en las giras de Screaming Trees. 

Durante su estancia en los Trees, Homme fue madurando la idea de llevar a tierra los sonidos que le rondaban por la cabeza para lo cual llamó a Van Conner de los propios Screaming Trees y el batería Victor Indrizzo, con el fin de grabar un EP con el primerizo nombre de Gamma Ray. Ese nombre resultó estar cogido por el metalero alemán Kai Hansen, ex  Helloween, por lo que Homme tiró de una anécdota con el productor de Kyuss Chris Gross, que en algún momento de grabación con ellos, dijo “Chicos, suenan como las reinas de la edad de piedra”. A la larga, aquel comentario escondería la esencia que ha envuelto el sonido de los Queens of Stone Age a lo largo de los años. Esa que transcurre trenzada a base de riffs duros como la piedra pero almidonados por melodías pop. Una especie de flechazo entre los Black Sabbath y The Stooges, que el propio Homme defendería afirmando que “Quería ver cómo era tocar sólo una cosa hasta que te perdieras en un trance. Una nota es mucho más difícil que 50. Eso es lo que aprendí en The Screaming Trees, porque estaba tocando el ritmo, estaba tratando de tocar como Malcolm Young, tratando de tocar un riff como un robot”.

Primer concierto de QOSA en OK Hotel de Seattle


La primera aparición en vivo de los QOSA fue el 20 de noviembre de 1997, en el OK Hotel de Seattle, Washington, con Matt Cameron de Soundgarden a la batería, Mike Johnson de Dinosaur Jr. al bajo y John McBain de Monster Magnet en la guitarra. Desde entonces el espíritu colaborativo de la formación, casi siempre con un sinfín de músicos alrededor de la mente creativa de Homme, ha sido una constante en su carrera. Su debut homónimo, nació al amparo de la disquera independiente Loosegroove Records, montada por el Pearl Jam (cómo no) Stone Gossard. Fue producido por el propio Josh Homme, con la ayuda de Joe Barresi (Melvins, Kyuss, Weezer etc) y en él, salvo la batería de Alfredo Hernández, (ex Kyuss) Homme se hizo cargo de todos los instrumentos (hasta con la curiosidad de que bajo y teclados aparecen acreditados a Carlo Von Sexron, un pseudónimo del propio Homme) aunque tras su grabación, el ex bajista de Kyuss Nick Oliveri se uniría a la banda. El trabajo serviría de primera baldosa del camino dorado en ciernes y, sin ser el más espléndido de su catálogo, ya había cositas que merecían mucho la pena como esa You can’t quick me baby, la stoogera If only, o esa joya escondida que es The Bronze

También en 1997 Homme daría pistoletazo de salida a sus míticas Desert Sessions, proyecto que se inició con una ingesta de hongos psicodélicos en los estudios Rancho de la Luna, propiedad del fallecido Fred Drake y Dave Catching (Eagles of Death Metal), un porrón de colegas, y que ha acabado por aglutinar (de momento) doce volúmenes, el último de ellos editado en 2019, y en los que se han ido dando cita decenas de personajes tan ilustres como PJ Harvey, Billy Gibbons, Alain Johannes, Les Claypool, Mark Lanegan... entre muchos, muchos, otros.

Participantes en la última liada de la
Desert Sessions 11 & 12, por Andreas Neuman

En su siguiente disco Rated R (Interscope, 2000), Homme demostraría que su mente albergaba mucho más que un plan para construir una vía paralela a sus Kyuss de origen. Grabado en los míticos Sound City, en analógico y con la producción de Chris Goss y el propio Homme, el disco está sembrado de explosivos que abren fuego con la divertida Feel good hit of the summer (ojo con esos coros escondidos de Rob Halford de Judas Priest), y que contiene barbaridades como la maravillosa Into the fade con la voz de Mark Lanegan al frente (quien por cierto se uniría como miembro oficial de la banda hasta 2005), Auto pilot, The lost art of keeping a secret o Quick and to the pointless, por poner ejemplos. En lista de acompañantes únicamente se mantiene Nick Oliveri, pero comienza la tradición de juntar en cada disco a un buen número de colegas, contando en esta ocasión hasta con catorce músicos en distintas combinaciones.

Pero si R había mostrado los colmillos, su siguiente Songs for the Deaf (Interscope Records, 2002) fue el definitivo mordisco a la yugular. Josh Homme volvió a llamar a Oliveri y Lanegan, a quienes se sumaron nada más y nada menos que Dave Grohl a las baquetas y Troy Van Leeuwen (Perfect Circle), quien todavía sigue haciéndose cargo de las seis cuerdas a día de hoy. Con algún corte inicialmente cocinado en las Desert Sessions, el trabajo sigue la idea conceptual de acompañar al oyente por un viaje por el desierto de California desde Los Ángeles hasta Joshua Tree, sintonizando estaciones de radio de ciudades a lo largo del camino. En él descansa el “Pepinazo padre” de No one knows, y criaturas no menos salvajes como First it giveth o Go with the flow, y supone la primera contribución musical de la pareja (también sentimental) de multiinstrumentistas Natasha Shneider y Alain Johannes, quienes pasarían a la alineación principal en el siguiente Lullabies to paralyze (Interscope Records, 2005)

Grabación del video de No one Knows con
Grohl, Oliveri y Van Leeuwen 

Lullabies fue un disco mucho más crudo, que debió palidecer al continuar la senda de su predecesor con el agravante además, de que su título hacía referencia a una estrofa de la última canción escondida del Songs for the deaf, Mosquitos’s song. Aunque con Nick Oliveri fuera de escena por broncas internas y un Lanegan menos participativo, con la broma consiguieron ascender a picos tan altos como la reverencial Little Sister, joyacas como Never came, Medication, In my head o Long slow goodbye, y participantes tan lustrosos como Billy Gibbons de ZZ Top, Shirley Manson, cantante y líder de Garbage, o Brody Dalle (pareja de Homme en aquel momento y ex a día de hoy), líder de Distillers. Discazo.

Más flojito sí que salió su siguiente Era Vulgaris (Interscope Records, 2007), pero de nuevo con una colección de composiciones tan buena que hace difícil aguantar la risa ante la idea de tildarlo de mal disco. Ya sólo con Sick, Sick, Sick, 3’s & 7’s, Into the hollow o una perlita que no entró en la edición de vinilo llamada Running Joke, la cosa va bien vestida. Es un disco más destartalado que los anteriores, que bebe mucho de las sesiones de las Desert (de ahí la primera versión de Make it wit chu) pero en el que se empezó a fraguar el núcleo duro de integrantes que ha llegado hasta nuestros días, con la incorporación “post recording” de Michael Schuman al bajo, y el teclado y guitarra de Dean Fertita.

Tras seis años de silencio en Queens, en los que Homme se reunió con el exbajista de Led Zeppelin John Paul Jones y de nuevo Dave Grohl a los tambores para lanzar al mercado Them Crooked Vultures (Interscope Records, 2009), su siguiente álbum se cocinaría entre altibajos de distinta índole pero que acabarían por construir una de los hitos de la discografía de QOSA: Like Clockwork (Matador records, 2013). Se dice que Homme deambuló por una fase oscura tras una operación que pudo mandarle al otro barrio, lo que le acercó a la temática de la muerte y la depresión en las letras. El veterano batera Joey Castillo (con el que llevaban una década) pasó a mejor vida laboral, situación que derivó en un principio en la vuelta de Dave Grohl, para finalmente ser Jon Theodore, ex The Mars Volta, quien se quedaría con el puesto (aunque realmente se incluyen pistas de los tres). Como disco colaborativo también luce lo suyo, con ex miembros como Nick Oliveri, Alain Johannes, Mark Lanegan, Trent Reznor o, atención, Elton John en las voces de Fairweather Friends. Pero lo que realmente hace brillar este trabajo es la cantidad de diamantes engarzados que luce como la formidable My god is the sun, I sat by the ocean (¿Pero qué clase de temón es este?), If I had a tail, I appear missing o la etérea y mágica Kalopsia. El álbum viene además acompañado de una de las portadas más chulas de su colección, a cargo del artista Boneface quien les acompañaría en el arte de la trilogía que tontamente acababan de comenzar.

Portada de Like Clockwork, de Boneface

La fórmula siguió con Villains (Matador, 2017) producido esta vez por el bailongo de Mark Ronson, cuya elección hizo torcer el morro a más de uno. No fue un drama, y es un tremendo álbum, pero pese a que alguien ha llegado a proyectar este disco como una revisita robótica del RnR de los años 50 (culpa que puede recaer en cortes como Head like a haunted house) el resultado no convenció a todo el mundo, aunque sí que alberga piezas insultantemente redondas como The way you used to do, The evil has landed, Fortress o Villains of circumstance que, abro melón, puede imponerse como una de las canciones más ultracojonudas de la discografía de las Reinas.

El último vértice de esta trilogía, y hasta ahora último trabajo en el muestrario, ha venido en los surcos de In Times New Roman (Matador 2023) el cual parece haber devuelto la oscuridad de su líder quien se presenta lamiéndose las heridas tras un periodo que se ha llevado consigo un matrimonio y otros dramas personales como la muerte de su compañero y amigo Mark Lanegan. Quizá le falte un par de obuses que destaquen del conjunto, pero su escucha esconde tantos recovecos que lo hace tan bueno como los anteriores. Ahí está esa ola surfera de Paper Machete, las elegantes Carnavoyeur o Straight Jacket Fitting (vaya final), la insultante What the peephole say o la juguetona Emotional sickness, para completar un trabajo en el que se echan de menos la cantidad de colaboraciones a granel acostumbrada, aunque la variedad de registros venga esta vez de la voz de un Josh Homme especialmente inspirado.

QOSA en 2023 por Andreas Neuman

Como es habitual por estos paseos, os recomendamos 10 canciones (risas en la sala) para que enriquezcáis el paladar, incluyendo de regalo un corte del disco que Josh Homme grabó en 2016 junto a Iggy Pop, Dean Fertita y Matt Helders de Arctic Monkeys. Disfrutad.

1 - You can't quick me baby

2 - The los art of keeping a secret

3 - No one knows

4 - In my head

5 - Runnin Joke

6 - I sat by the ocean

7 - Villains of circumstance

8 - Paper machete

9 - Dead end friends (The Crooked Vultures)

10 - Crucifire (Desert Sessions)

Bonus track - Gardenia (Post Pop Depression con Iggy Pop)

Lista completa (66 temacos) en Spotify



No hay comentarios:

Publicar un comentario