La formación estrella de Black Crowes con Marc Ford (agachado) y Eddie Harsch (a la derecha), por Ross Halfin |
Drakoulias fue el catalizador que lo comenzó todo. Él fue quien vio y oyó lo que podían ser, mucho antes de que la banda de los Robinson tuviese ni idea de su potencial. También fue el encargado de producir sus dos primeros discos, pero sobre todo el que les mostró la senda para estudiar a los Stones, y poner la mira en The Faces, Little Feat, Humble Pie e incluso Ottis Redding, del que tomaron prestado el tema que les ayudaría a llegar a lo más alto, Hard to handle. El resultado de todo esto fue un primer trabajo como un collar de perlas. Además de la versión de Redding, la fantástica apertura de Twice Hard junto a Jealous again, las hermosas See talks with angels o Seeing things, o una de sus canciones más perfectas Sister luck, lo convirtieron en un disco demasiado bueno para ser verdad. Pero lo fue.
Black Crowes con Jeff Cease (segundo por la izquierda), por Rob Verhorst |
A partir de aquí la deriva egocentrista de los Robinson, y un cargamento de droga “complicado de manejar”, fue consumiendo los engranajes del grupo hasta mantenerlo siempre en el punto de estar a un paso de desaparecer, aunque sorprendentemente nunca lo consiguiesen (del todo).
Tras su debut cayó el guitarrista Jeff Cease, pero se incorporaron dos de las piezas claves de lo que sería la historia tanto musical como "quimicéfica" de la banda: Marc Ford en la guitarra guitarra, y Eddie Harsch a los teclados, que por cierto llegaría como recomendación del propio Chuck Leavell. Con este plantel, y de nuevo con George Drakoulias en la producción, lanzaron otro estupendo álbum, The Southern Harmony and Musical Company (Def American Recordings, 1992), que pese a no desatar la euforia de su antecesor afianzaba su trayectoria como uno de los puntales del rock revival noventero con pepinazos como Sting me, Remedy, Sometimes salvation o My morning song. Casi nada.
Pero los bandazos serios comenzarían a asomar en la grabación de su siguiente álbum. Según cuenta Steve Gorman en el libro Difíciles de manejar – Vida y muerte de los Black Crowes (Neo Sound), Chris Robinson se obsesionó con el estilo de Grateful dead y la escuela del rock sureño a base de jams, lo que arrastró a la banda a registrar un disco al que bautizaron como Tall, que nunca llegaría a ver la luz de forma oficial (al menos hasta que unos años después se recogiese en el recopilatorio The Lost Crowes (American Recording, 2006) que también incluiría otro experimento fallido, Band, antes de dar con su By your side en 1999). Según parece, el resto de miembros del grupo no parecía estar muy cómodo con el resultado de aquel álbum pero, antes de que saliera a la luz, los Rolling Stones llegaron de nuevo a su rescate. Leyendo la versión de Gorman, parece que Chris Robinson asistió a una sesión de grabación de los Jagger y compañía que en aquellos momentos estaban enfrascados en su Voodoo Lounge, y el cantante experimentó algo así como una epifanía que le llevaría a reconducir el siguiente disco de Black Crowes hasta dar forma a Amorica.
Black Crowes en 1992 abriendo para Metallica, por Ross Halfin |
Liberados de ataduras estilísticas, Amorica (American Recordings, 1994) renovó la imagen de los Cuervos Negros orillándoles hacia aguas más experimentales pero sin perder un ápice del gancho que lucían en sus discos anteriores. Vuelven a comenzar con dos señores cortes como son Gone y A conspirancy, pero la fiesta sigue con maravillas como Hide head blues, Cursed diamond o la monumental Wiser time. Otra nueva bola de partido salvada. O casi. Porque, nuevamente según Gorman, Chris Robinson se empeñó en utilizar como portada una imagen que consistía en el primer plano de un pubis femenino tapado por una braga con la bandera estadounidense que ya había sido portada de un número de la revista picarona Hustler. La ética norteamericana no entiende de pubis, ni de bragas, ni de cualquier alusión al sexo que pueda inutilizar neuronalmente a varias generaciones de sus impecables ciudadanos, por lo que muchas tiendas y grandes superficies se negaron a distribuir el álbum. El caso, un esencial de cualquier colección que pasó con más pena que gloria, pero que para muchos cerró la trilogía mítica de la banda.
En el siguiente trabajo, Three Snakes and One Charm (American Recordings, 1996), el crack y la heroína habían alcanzado el status de participar en las decisiones de la banda; en directo, Chris impuso desarrollos largos y versiones poco conocidas, y la cosa se fue tanto de madre como para abandonar a su suerte al guitarrista Marc Ford y el bajista Johnny Colt. Con este percal, Three Snakes and One Charm fue un disco devorado por las circunstancias. Continuaron explorando la brecha experimental y de largos desarrollos abierta en Amorica, pero arrastrados a un nicho de mercado más modesto. Dicho lo cual, y aunque hasta ese momento se consideró el menos relevante artísticamente, eran capaces de sacarse de la chistera cosas como la soberbia Let me share the ride, (Only) Halfway to everywhere o Good Friday entre otras.
Los hermanos Robinson por Rob Verhorst |
Ya en 1999 parecía que hubiese pasado un siglo desde su exitoso debut. La discográfica había tomado nota del porrazo comercial que había supuesto Three Snakes y quisieron asegurar el disparo. Reclutados Audley Freed a la guitarra y Sven Pipien al bajo para suplir las ausencias, Columbia colocó a un reputado especialista en hard rock y heavy metal efectista como Kevin Shirley a los mandos de la situación. Su siguiente álbum, By your Side (Columbia, 1999), cumplió con el cometido de devolver un disco de trago corto, sin excesivas recreaciones, y que perfectamente hubiese funcionado tras Southern Harmony pero que por algún motivo no convenció ni a banda ni a fans. Quizá el hecho de ser un trabajo demasiado previsible arrastrado por la presión de la discográfica en rescatar el sonido de los primeros LPs, le hiciese perder credibilidad, pero hay material de disfrute de sobra como las animadas Go faster o Kicking my heart around, o buenísimos medios tiempos como el tema que da el título al disco, u Only a fool.
La racha continuaría con un guiño de buena suerte. En 2000 se unirían a Jimmy Page, guitarrista de Led Zeppelin, para una mini gira conjunta que quedaría recogida en el disco Live at The Greek (Steamhammer, 2000), pero en la que por problemas contractuales no sonó ni un sólo tema que no fueran versiones de clásicos de blues o temas de los Zeppelin. Una pena, aunque igual que ocurriría años después con el fantástico Freak'n'roll Into The Frog Live Fillmore (Eagle Records, 2006) la banda volvía a mostrar que es en los directos donde juegan sus mejores cartas. Chris Robinson lucía galones como uno de los mejores cantantes de rock del catálogo de frontman en activo revisitando los temas de Zeppelin con absoluto descaro, y la banda sonaba como un reloj de exquisita maquinaria. Pero pese a que la experiencia debió de subir la autoestima de la formación, y según parece la colaboración podría haberse prolongado con una gira conjunta con The Who (e incluso algo más), por algún motivo que no ha quedado del todo claro la relación entre Page y los hermanos Robinson también se torció, y cada uno marchó por un lado.
Black Crowes junto a Jimmy Page por Ross Halfin |
Su siguiente Lions (V2, 2001) actualizó su sonido proyectándolo sobre una bruma grungera curiosa. Hay ecos de Soundgarden, Midnight from the inside out, pero sin perder su motor setentero como Greasy grass river o Miracle to me, y recuperando su aire más negroide en cositas como Lay it all on Me, Soul Singing, o la exorcitadora Come on. Quizá fuese un disco mucho más irregular que By your side, pero de alguna manera dignificaba su imagen huyendo de copiar patrones ya utilizados. Como curiosidad, en la grabación no participó el bajista Sven Pipien, quien fue despedido en plena gira con Jimmy Page. De hecho, en la foto de familia que aparece en el disco Live at The Greek (añadida justo arriba), Pipien -que es el de la derecha- fue eliminado con Photoshop. Clase.
Tras siete años de parón, en los que los hermanos Robinson comenzaron proyectos en solitario, en 2008 Black Crowes vuelven con Warpaint (Silver Arrow, 2008) con un finísimo Luther Dickinson de los North Mississipi All Stars a las seis cuerdas, la presencia de Adam MacDougall a los teclados, y la vuelta de Sven Pipien al bajo. La banda reapareció embarcándose en un digno homenaje al blues primigenio, muchos guiños al country, consiguiendo un álbum que seguramente esté entre lo menos destacado de su discografía, pero del que todavía se rescatan los preciosos Locust street y Wounded bird o la más animada Movin’ down the line como temas más perdurables. Sin desfallecimientos pero con pocas cosas realmente memorables que puedan ser recordados.
Pero quizá sin Warpaint no hubiese aparecido un disco que a mi modo de ver es otra cima en su carrera. Y es que cuando nadie esperaba nada de ellos, justo un año después del lanzamiento de Warpaint, Chris Robinson fue invitado a participar en una de las jams con público que bajo el título The Midnight Ramble que organizaba Levon Helm (de The Band) en Woodstock, y allí es donde el mayor de los Robinson descubrió las posibilidades del espacio para grabar un disco ante unos doscientos elegidos que harían las veces de público. El resultado es su primer doble álbum, de nombre Before the Frost...Until the Freeze (Silver Arrow, 2009), y en el que el grupo se pavonea de un Luther Dickinson totalmente asentado en la posición de guitarrista titular, desplegando plena confianza en esos medios tiempos que acaban por hacerse con la capitanía del cancionero, y volviendo a tirar abundantemente del clasicismo sesentero y de los dejes country de sus últimas producciones, pero con otro flow. Esta vez la cosa funciona y, aunque no deja de ser un doble álbum donde pueda haber algún tema de más, dan en el clavo apostando el todo por el todo con un disco rebosante de talento y temas tan diversos como las funky I Ain’t hiding o Make glad, la jam de Been a long time, o la preciosas What is home, A Train still makes a lonely sound o The last place that love lives, entre un buen puñado de fantásticas alternativas.
Después de esto. Parón. 2012 daría paso a una consecución de giras de reunión, que les llevaría hasta 2015 que fue cuando Chris Robinson anunció la disolución de la banda, aparentemente por problemas en el reparto de los derechos de la banda.
En 2019 anunciaron una reunión con motivo del aniversario de Shake your money maker, que no contaría por broncas diversas con el batería Steve Gorman, aunque sí con el bajista Sven Pipien. Pandemias de por medio, dicha efeméride se materializó finalmente en 2022 con una nueva formación que además de los hermanos Robinson y Pipien al bajo, la completaban Isaiah Mitchell a la guitarra (Howlin Rain, Earthless), Joel Robinow a los teclados (Once & Future Band) y Brian Griffin a la batería (Once & Future Band).
Black Crowes en 2022 por Wes Orshoski |
Hasta aquí todo lo que nos han dado los Cuervos Negros en su intensa e interesante discografía de estudio. Igual que empezábamos con una cita del periodista de jot down, Álvaro Corazón Rural, la acabamos con una frase de su estupendo artículo sobre los Black Crowes, y un link donde podéis escuchar nuestra selección con algunas de sus canciones preferidas...aquí.
"Sus canciones, en sus medios tiempos más lánguidos y pantanosos, tienen el brillo de lo eterno. No es que sean temas que siempre van a estar ahí, es que parece que ya estaban ahí antes de ser publicados. Algo tan sencillo y tan sumamente complicado, por no decir casi imposible de obtener."
Bon appetit,
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