El 9 de mayo de 2020 nos dejó Little Richard. O lo que es lo mismo, el Rey, la Reina y el Espíritu Santo del Rock 'n Roll. Como cita Fernando Navarro en su sección Forajidos del rock, "Una bestia del escenario. Un pianista salvaje. El negro atómico que hacía explotar su desfachatez a través de toneladas de ritmo en mitad del conservadurismo blanco de los años cincuenta (…) su voz apabullante era auténtico soul, sus trajes de lentejuelas eran una antesala del glam, y su actitud ya podía haber sido definida como punk". Negro, bisexual, pobre...su música y su imagen ayudaron a agrietar una segregación racial americana que los sectores más conservadores se negaban a abandonar, rompiendo con las normas estilísticas, raciales y sexuales de la época. Todo un personaje lleno de contradicciones y genialidades, que protagoniza el monográfico de este mes. Oooh my soul!!!
Nacido en 1932 en Macon (Georgia) con el nombre de Richard Wayne Penniman, Little Richard fue el tercero de doce hermanos que crecieron en una familia humilde en pleno cinturón bíblico norteamericano. Aquel arraigo evangélico se proyectaría más tarde en la carrera de Richard con la evidente influencia del góspel en su música, pero también a la hora de utilizar de referentes escénicos a los predicadores como grandes agitadores de masas por los que Richard sentía una fuerte atracción. Todo aquel mejunje, unido a su explosiva ambigüedad sexual, daría lugar a un excéntrico e incombustible chamán del rock n roll que alternaría sonados dilemas religiosos realmente surrealistas.
Se cuenta que desde niño siempre andaba cantando y juntándose con la gente del espectáculo que pasaba por su ciudad. Frecuentaba compañías que no eran bien vistas por su padre, lo que acabó por forzar que a los quince años se marchara de casa para acompañar a un espiritista local que vendía ungüento de serpiente, mientras él participaba en la comedia cantando la única canción de fuera de la iglesia que se sabía, Caledonia. De ahí pasó por distintos espectáculos itinerantes hasta que dio con Billy Wright, un excepcional cantante de blues de la escena de Atlanta, apodado el príncipe del blues y abiertamente homosexual, que tuvo un gran peso en la orientación artística de Little Richard. Fue él quien le inspiró a usar maquillaje en escena, las ropas llamativas, el peinado e incluso su forma de cantar. Además fue el propio Wright quien facilitó que Little Richard registrara sus primeras grabaciones en 1951 bajo el sello RCA, con sus propios músicos como acompañamiento, aunque sin demasiado éxito. También ese mismo año, Richard comenzaría a tocar el piano de manera profesional de la mano de otro peculiar artista llamado Esquerita, quien influyó enormemente a la hora de moldear su figura artística y por supuesto su puesta en escena, ya que el mismo Esquerita usaba maquillaje pesado, gafas de sol y dos pelucas que le hacían lucir un imponente tupé.
Durante aquella época Little Richard fue forjándose un nombre en la escena de Nashville. Actuaba como cantante y showman en teatrillos y espectáculos de variedades, en los que lucía una voz que no todos aceptaban al proceder de un hombre (muchos decían que se parecía a Dinah Washington). Aunque en su estilo también era reconocible la corriente puramente gospel de cantantes como Marion Williams (de la que dice que adoptó su grito "Uhhh") o la gran Sister Rosetta Tharpe, haciendo relucir betas de R&B anfetaminado que ya florecían en artistas locales como el propio Esquerita.
Después de grabar unos cuantos sencillos que tuvieron poca repercusión, y no casar en el sello Peacock Records, Little Richard formó The Upsetters, una fantástica banda de acompañamiento formada por Wilburt "Lee Diamond" Smith al saxo, Nathaniel "Buster" Douglas a la guitarra eléctrica, Charles "Chuck" Connor a la batería, y Olsie "Bassy" Robinson al bajo, que aunque le acompañaría desde 1953 hasta los primeros años de la década de los sesenta, no registraría con él las primeras grabaciones de éxito.
Pero la música negra, cantada por negros, seguía estando mal vista en muchos lugares y la mayor parte de las emisoras de radio blancas se negaban a radiarla. Fueron años de un intento de blanqueamiento de lo que empezaba a conocerse como rock 'n roll que condujo a un extraordinario expolio de aquellos primeros temas de éxito, materializado en las versiones que hicieron gente como Pat Boone, Elvis Presley o Billy Haley. Las canciones originales tenían suerte si caían entre las primeras posiciones de la lista de R&B, mientras que las adaptaciones blancas llegaban al millón de copias vendidas. Pero lo frustrante de esta situación, todavía haría que Little Richard exprimiese más sus facultades haciendo, por ejemplo, que la versión en directo de Tutti Frutti fuese mucho más rápida que la recogida en la grabación original, algo que también se trasladaría a la velocidad con la que quedó registrada Long Tall Sally. El mensaje era claro, si los blancos querían copiar su estilo, lo iban a sudar.
Nacido en 1932 en Macon (Georgia) con el nombre de Richard Wayne Penniman, Little Richard fue el tercero de doce hermanos que crecieron en una familia humilde en pleno cinturón bíblico norteamericano. Aquel arraigo evangélico se proyectaría más tarde en la carrera de Richard con la evidente influencia del góspel en su música, pero también a la hora de utilizar de referentes escénicos a los predicadores como grandes agitadores de masas por los que Richard sentía una fuerte atracción. Todo aquel mejunje, unido a su explosiva ambigüedad sexual, daría lugar a un excéntrico e incombustible chamán del rock n roll que alternaría sonados dilemas religiosos realmente surrealistas.
Little Richard, 1951. John E Reed |
Esquerita. Archivos de M.Ochs |
Durante aquella época Little Richard fue forjándose un nombre en la escena de Nashville. Actuaba como cantante y showman en teatrillos y espectáculos de variedades, en los que lucía una voz que no todos aceptaban al proceder de un hombre (muchos decían que se parecía a Dinah Washington). Aunque en su estilo también era reconocible la corriente puramente gospel de cantantes como Marion Williams (de la que dice que adoptó su grito "Uhhh") o la gran Sister Rosetta Tharpe, haciendo relucir betas de R&B anfetaminado que ya florecían en artistas locales como el propio Esquerita.
Al mismo tiempo, la demanda de música negra entre los jóvenes de todos los colores iba en aumento, con lo que muchas discográficas buscaban nuevos talentos en la nutrida escena de locales nocturnos que por entonces era un hervidero de artistas que jugueteaban con el "quiminova sónico" de unir el góspel con el blues, para dar con la fórmula del R&B. Uno de aquellos sellos fue Speciality Records que en ese momento trataba de dar con alguien que pudiera competir con Ray Charles. Richard se había dedicado durante semanas a "acosar" a Speciality enviando grabaciones y llamando sin descanso a sus recepciones hasta que finalmente una de aquellas cintas llegó a manos del cazatalentos Robert Bumps Blackwell, quien convenció a la discográfica de que programara una sesión con él.
Aquella primera grabación con Speciality fue en 1955, y contó con los músicos de sesión de Fats Domino (Lee Allen y Alvin “Red” Tyler a los saxos, Earl Palmer a la batería, Frank Fields al bajo y Justin Adams en la guitarra). Según cuenta Bumps Blackwell, productor de la sesión, en la muy recomendable biografía Oooh, my soul!!! La explosiva historia de Little Richard (Charles White // Penniman Books) "su tupé medía más de un palmo de altura. Y llevaba la camisa más chillona del mundo. Se diría que había estado bebiendo licor de frambuesa, concentrado de grosella y licor de menta, y que luego se había vomitado encima". Pero pese a las expectativas, la cosa no fluyó en un primer momento. Little Richard parecía cohibido y no había ni rastro del personaje descarado que se había plantado aquel día en los estudios, así que decidieron tomarse un descanso. Fueron a comer a un restaurante donde había un piano y, allí, con público ante el que exhibirse, Richard comenzó a explicar al saxofonista Lee Allen su técnica al piano con una composición subida de tono que había paseado por el circuito de escenarios nocturnos: Tutti Frutti. Bumps se dio cuenta al instante de que aquello era un bombazo, pero la letra era demasiado para los puritanos oídos de aquellos tiempos con ese "Tutti Frutti (que es como se conocía en el argot de la calle a los gays), buen culito / Si no entra, no lo fuerces / puedes engrasarlo, para que entre más fácil”. Se olía el bombazo. Blackwell levantó las orejas al instante y echó mano de Dorothy La Bostrie, una joven que colaboraba con el sello escribiendo y arreglando canciones, para que suavizara su contenido mientras un avergonzado Richard se veía obligado a cantar la canción contra la pared. Pasadas unas horas, cuando quedaba poco para terminar la grabación y el propio Richard estaba sin voz, apareció la nueva letra de Tutti Frutti y su archiconocido “Tutti frutti, all rooty, a-wop-bop-a-loon-bop-a-boom-bam-boom”. Se acababa de prender a mecha.
Pero si la gestación de Tutti Frutti fue curiosa, no lo fue menos la de su siguiente éxito Long Tall Sally. Bumps Blackwell cuenta que un día recibió la llamada de la locutora de radio Honey Chile, diciendo que necesitaba verle. Cuando acudió a la cita, en un hotel de mala muerte del centro de Los Ángeles, se la encontró acompañada de una niña de dieciséis años llamada Enotris Johnson, quien decía querer vender una canción a Little Richard porque su tía estaba enferma y necesitaba el dinero para ingresarla en un hospital. La niña había andado 1700 km para darle un trozo de papel donde venía escrito: "Saw Uncle John with Long Tall Sally/ They saw aunt Mary comin’/ So the ducked back in the alley". La cara del productor debió de ser un poema porque aquella criatura no tenía más que aquel trozo de papel sin ni siquiera una melodía tarareada para acompañarla. Pero por aquel entonces había que llevarse bien con los locutores de radio, así que Bumps volvió al estudio con aquel trozo de papel y se lo enseñó a Richard quien, como con Tutti Frutti… ¡tampoco quería grabar!
Little Richard, entre 1955 y 1957. Archivos de Ochs |
Entre los años 1955 y 1957, Little Richard lanzó al mercado bombazos como Rit it Up, Ready Teady, Slippin' and Slidin, Jenny, Jenny o Good Golly, Miss Molly que le catapultarían como inigualable "Rey del Rock 'n Roll". Sus directos eran catarsis energéticas en los que era perfectamente normal que el cantante acabase sin ropa, sin zapatos y totalmente exhausto, y donde se entremezclaban blancos y negros, disturbios policiales con lanzamiento de ropa interior a los músicos incluida, mientras que fuera del escenario semejante vorágine de éxito venía regada con orgías vouyer, billetes en maletines por centenares, o apariciones en películas como The girl I can’t help you. Richard se había convertido, sin darse cuenta, en uno de los primeros iconos musicales de un negocio todavía en pañales.
Little Richard en 1972, Gijsbert Hanekroot |
Pero sus excesos dentro y fuera de los escenarios derivarían en una brusca salida del mundo del espectáculo. En octubre de 1957, durante uno de los conciertos de su primera gira australiana, el cantante dijo ver una gran bola de fuego que atravesaba el cielo y que inequívocamente había que entender como una señal divina que le ordenaba dejar la vida del rock 'n roll: “Ya está bien. Voy a dejar el mundo del espectáculo para volver junto al Señor”, declararía. Casualidades de la vida, aquella noche Rusia lanzaba su primer satélite al espacio y, quizá, ese pudo ser el rastro en llamas que el artista dijo haber visto (o una estrella fugaz o una lechuza volando, porque ya en el vuelo de ida Richard también creyó ver a ángeles sujetando las alas del avión). Sea como fuese, el cantante canceló todo el resto de la gira e hizo regresar a toda su troupe en barco a los Estados Unidos, diez días antes de lo esperado. A semejante revelación no ayudaría que, al volver, Little Richard leyese en las noticias que el avión en el que debían haber vuelto tras finalizar la gira según contrato se había estrellado en el Océano Pacífico. Ya no había duda. Debía "hacer lo que Dios quería".
Con semejante tortilla mental, Little Richard se deshizo de las ataduras con Speciality (rechazando los derechos sobre sus canciones, lo que más tarde le acarrearía numerosas reyertas judiciales), se hizo ministro pentecostal, se casó con Ernestine Harvin (quien se divorció de él unos meses después), tuvo un hijo, y lanzó un disco de góspel junto al productor Quincy Jones. Pero tras unos años en los brazos del Señor, se dio un segundo advenimiento de Little Richard en el rock 'n roll por la "vía inglesa".
En la década de los años sesenta, Inglaterra había abrazado el blues y el R&B, y su versión acelerada con verdadera devoción. Desde allí artistas como Muddy Waters, Sister Rosetta o el propio Jimi Hendrix, relanzarían sus carreras que habían quedado estancadas en su país de origen. Don Arden (conocido como el "Al Capone del rock" y padre de Sharon Osbourne) ya había promovido giras de músicos como Jerry Lee Lewis o Brenda Lee por Reino Unido y Europa con cierto éxito, y en 1962 quiso contratar a Little Richard, que en aquel momento le daba a los espirituales, para una gira con Sam Cooke por Reino Unido. La idea, evidentemente, era que Richard echase mano de su catálogo de rock n roll, pero su "santidad" no estaba por la labor. No al menos, hasta que vio como Sam Cooke en el segundo concierto de la gira se metía al público en el bolsillo. Little Richard nunca consintió que ningún artista le hiciese sombra en un escenario, con lo que si para ello tenía que darle la espalda a Dios o levantar mesas con el mentón, lo haría (sonados fueron las victorias por K.O. ante artistas como Jerry Lewis – quien se negó a ser telonero de un negro –, o John Lennon en los setenta quien en medio de la locura Yoko Ono, pensó que su estilo era idóneo para continuar la fiesta que había dejado tras de sí el melocotón de Georgia sobre el escenario). La gira fue un éxito y a aquella le seguirían otras dos. Una por Hamburgo y Liverpool con unos primerizos The Beatles, y una tercera gira europea acompañado de Bo Didley, Everly Brothers y otros novatos, The Rolling Stones.
El impulso de aquellos conciertos y constatar que en el viejo continente era venerado y reconocido como padre artístico de las nuevas estrellas de la música, le hizo querer volver a reclamar su trono. Primero volvió a grabar con Speciality el sencillo Bama Lama Bama Loo, que se vendió bien en Reino Unido pero no en EEUU, y el disco Little Richard is back (Vee Jay Records, 1964) para cuya gira contrataría a un nuevo guitarrista llamado Maurice James (que más tarde sería conocido como Jimi Hendrix). Pero la escena en EEUU había cambiado. Pese a sus intentos por encajar en la moda soul que le llevó hasta el The explosive Little Richard (Okeh Records, 1967) junto al guitarrista Johnny "Guitar" Watson, la falta de promoción junto a que su imagen se había vuelto más y más extravagante, hizo que centrase sus esfuerzos únicamente en sus directos. Gracias a ello, y a la ola revival del rock, firmaría tres discos que le mantendrían en el candelero: The rill thing (Reprise, 1970), The King of Rock n Roll (Reprise, 1971) y The Second Coming (Reprise, 1972) y Right now! (United, 1974).
A partir de aquí sexo, drogas, desmadre, palabra de Dios, enloquecimiento, narcisismo, más enloquecimiento…hasta que a mediados de los 70 sus excesos hicieron que todo descarrilara. En 1977 volvió a los brazos del Señor, primero como vendedor de biblias y finalmente como predicador, y todavía tuvo tiempo para una tercera vuelta a los escenarios a finales de los ochenta declarando que venía para realizar "lo que Dios le tenía destinado ser: Little Richard". Alternó apariciones televisivas, con la celebración de bodas de celebridades como la de Bruce Willis y Demi Moore, o Cindy Lauper, discursos en los que se mostraba como un homosexual redimido, mientras en sus conciertos regalaba el libro “Buscando la paz interior”.
En la década de los años sesenta, Inglaterra había abrazado el blues y el R&B, y su versión acelerada con verdadera devoción. Desde allí artistas como Muddy Waters, Sister Rosetta o el propio Jimi Hendrix, relanzarían sus carreras que habían quedado estancadas en su país de origen. Don Arden (conocido como el "Al Capone del rock" y padre de Sharon Osbourne) ya había promovido giras de músicos como Jerry Lee Lewis o Brenda Lee por Reino Unido y Europa con cierto éxito, y en 1962 quiso contratar a Little Richard, que en aquel momento le daba a los espirituales, para una gira con Sam Cooke por Reino Unido. La idea, evidentemente, era que Richard echase mano de su catálogo de rock n roll, pero su "santidad" no estaba por la labor. No al menos, hasta que vio como Sam Cooke en el segundo concierto de la gira se metía al público en el bolsillo. Little Richard nunca consintió que ningún artista le hiciese sombra en un escenario, con lo que si para ello tenía que darle la espalda a Dios o levantar mesas con el mentón, lo haría (sonados fueron las victorias por K.O. ante artistas como Jerry Lewis – quien se negó a ser telonero de un negro –, o John Lennon en los setenta quien en medio de la locura Yoko Ono, pensó que su estilo era idóneo para continuar la fiesta que había dejado tras de sí el melocotón de Georgia sobre el escenario). La gira fue un éxito y a aquella le seguirían otras dos. Una por Hamburgo y Liverpool con unos primerizos The Beatles, y una tercera gira europea acompañado de Bo Didley, Everly Brothers y otros novatos, The Rolling Stones.
A partir de aquí sexo, drogas, desmadre, palabra de Dios, enloquecimiento, narcisismo, más enloquecimiento…hasta que a mediados de los 70 sus excesos hicieron que todo descarrilara. En 1977 volvió a los brazos del Señor, primero como vendedor de biblias y finalmente como predicador, y todavía tuvo tiempo para una tercera vuelta a los escenarios a finales de los ochenta declarando que venía para realizar "lo que Dios le tenía destinado ser: Little Richard". Alternó apariciones televisivas, con la celebración de bodas de celebridades como la de Bruce Willis y Demi Moore, o Cindy Lauper, discursos en los que se mostraba como un homosexual redimido, mientras en sus conciertos regalaba el libro “Buscando la paz interior”.
Little Richard en 1982. Fotografía de George Rose |
Repasar la vida artística de este hombre, es desenmarañar los mimbres de lo que hoy conocemos como Rock n Roll. Su legado cultural trasciende de lo musical, además de haber influenciado a una infinidad de artistas como Jimi Hendrix, James Brown, Ottis Redding, los Rolling Stones, Beatles, David Bowie, Prince…y tantos otros que seguramente no estarían aquí si a un negro medio loco no le hubiese dado por aporrear el piano como sólo él sabía hacer.
Como es habitual, os dejamos unas cuantas perlas para su disfrute...aquí. No os de vergüenza repetir.
Como es habitual, os dejamos unas cuantas perlas para su disfrute...aquí. No os de vergüenza repetir.
"Yo quería ser granjero. En realidad, quería criar caballos. Pero entonces escuché a Little Richard y ahí se acabó todo". (Lemmy Kilminster)
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