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Queens of Stone Age en las Catacumbas de Paris, 2024, por Andreas Neumann |
El 13 de junio de 2025 salía al mercado el directo de la banda norteamericana Queens of Stone Age Alive in the Catacombs (Matador, 2025) grabado en las famosas Catacumbas de París en 2024. Este laberinto subterráneo que funcionó como minas de caliza en tiempos de los romanos, y que pasó a utilizarse como uno de los mayores cementerios del mundo en el siglo XVIII, llegó a ser durante una horas el escenario de un concierto de rock, lo que nos sirve de excusa para indagar sobre emplazamientos curiosos que el gremio de los músicos ha escogido tanto para grabar como para actuar. Vamos con ello.
Josh Homme, líder de QOSA, llevaba años detrás de la idea de tocar en uno de los lugares más excepcionales de Europa, pero no fue hasta el pasado 2024 cuando obtuvo el permiso para convertir a su banda en la primera en registrar un concierto completo en las Catacumbas de París. La casualidad dictó que la fecha señalada coincidiera con una recaída del cantante relacionada con el cáncer que padeció hace años, llevándose por delante la gira europea que en esos momentos la banda estaba llevando a cabo, y poniendo en serio peligro la celebración de esta velada. Finalmente el recital se capturó en julio de ese mismo año, en forma de set acústico de poco menos de media hora, y según las propias palabras de Homme, cuidando cada decisión sobre repertorio o arreglos con el mayor de los respetos por el lugar y los más de seis millones de esqueletos humanos que allí descansan. Literalmente, y como él mismo bromeaba, ante "la audiencia más grande para la que hayamos tocado". Como nota curiosa, la banda registró un concierto en 2007 en las minas de sal de la ciudad alemana de Erfurt, a 700 metros de profundidad, que por problemas contractuales todavía no ha visto la luz.
Otra grabación peculiar, que ya habíamos comentado en este blog, fue la que realizó la banda británica Killing Joke, para su disco Pandemonium (Butterfly, 1994) y que perpetró en el interior de la pirámide Keops en Egipto. Su cantante Jaz Coleman, por aquel entonces totalmente inmerso en la cultura arábica, y el bajista de la banda Youth, quien además tomaría los mandos de la producción en aquel álbum, viajaron a Egipto con la idea de trabajar en un estudio que Coleman había conocido durante la grabación de su disco en solitario From The Victorious City (China Records, 1990). La cosa se fue de madre cuando a Youth se le ocurrió que podía molar eso de grabar en la mismísima Cámara de los Reyes de la Gran Pirámide en Giza. Sobornos a funcionarios para conseguir tres días de grabación, problemas de electricidad con baterías que se descargaban en minutos, meditaciones, velas, mucho incienso y mucho humo, un ingeniero de sonido saliendo por patas tras soñar con unos gigantescos ojos le aconsejaban marcharse de allí, y un Coleman medio en pelotas pero en estado de gracia que logró registrar las voces de tres temas (Exorcism, Pandemonium y Millennium), podría ser el resumen de unas jornadas que seguro quedaron en el recuerdo de los implicados.
Años atrás, ese mismo lugar ya había sido localización de un evento similar, aunque fuese en los exteriores de las Pirámides, y en formato de concierto al aire libre. Allí, la banda Grateful Dead filmó en septiembre de 1978 el directo Rockin’ the cradle. La idea nació de su manager, Richard Loren, quien después de unas vacaciones por Egipto, e inspirado por el mítico Live at Pompeii de Pink Floyd de 1972 (también grabado en vivo, aunque sin público, y en el anfiteatro romano de Pompeya), vendió el plan al bajista de los Grateful, Phil Ness. Tras implicar (también) a los funcionarios de turno, profesores de la Universidad Americana en Beirut, y hasta la primera dama de Egipto de por aquel entonces, Jehan Sadat, los Grateful Dead se instalaron con el equipo de grabación de The Who y un centenar de roadies, para actuar durante dos noches en el complejo de las pirámides de Giza que quedarían inmortalizadas en formato de audio y video, y en la memoria de varios beduinos que, atraídos por la música y las luces, aparecían cada noche a presenciar el espectáculo. Su batería, Michael Kreutzmann, recordaría más adelante que aquel espectáculo "se convirtió en el concierto más especial que hicimos en nuestra historia. Fue invaluable y perfecto, y, por medio millón de dólares, una ganga al final. Aunque una ganga muy cara".
Y es que los templos han sido una opción de estudio recurrente en muchas bandas por su espiritualidad, por su acústica... o porque estaban bien de precio. Sin ir más lejos, los canadienses Arcade Fire, se hicieron con la propiedad de una coqueta iglesia desacralizada de nombre Petite Église, en un pueblecito de Quebec llamado Farnham (como el segundo nombre del cantante de Arcade Fire, Win Farnham Butler - habrá quien diga eso de que las casualidades no existen -), para convertirla en el estudio de grabación en el que llegaron a culminar dos álbumes: Neon Bible (Merge, 2007) y The Suburbs (Merge, 2010). Para ser justos, la iglesia ya no funcionaba como tal desde hace un tiempecillo, y cuando se hicieron con ella era una cafetería a un precio bastante más asequible que lo que les pedían en Montreal por un espacio similar.
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Arcade Fire, en la iglesia de St John en Westminster, Londres, durante la su residencia "eclesial" de tres días en 2007, por Mick Hutson |
Otros que también acabaron en una iglesia pero por falta de liquidez fueron los Eurythmics quienes sin pretenderlo, inaugurarían uno de los estudios más consagrados de Londres: The Church Studios. Efectivamente avispados lectores, este local fue una iglesia, concretamente de la secta agapemonita (ndr: primera noticia de su existencia) entre 1850 y mediados del siglo XX, y allí es donde Annie Lennox y Dave Stewart, aka Eurythmics, cayeron totalmente por casualidad tras perder el diminuto espacio donde habían empezado a gestar su icónico Sweet Dreams de 1983. Desde entonces ha llovido tanto como para que el garito haya cambiado varias veces de propietario, sufrido reformas, y recibido un nutridísimo número de músicos de renombre entre sus paredes como Kaiser Chiefs, Madonna, Lana del Rey, Beyoncé, Radiohead, Adele...y un larguísimo etc.
Siguiendo con los reacondicionamientos curiosos, un lugar que mutaría a local de grabación fue una piscina construida en los años 30 en la ciudad islandesa de Mosfellsbær. Allí, la banda de post rock, Sigur Ros, se decidió a poner el huevo constructivo y levantar el estudio Sundlaugin ('piscina' en islandés), en el que hasta el momento han registrado todos sus discos desde el "( )" (Fat Cat records, 2004). La intrahistoria es que antes de decantarse por la piscina, intentaron una base abandonada de la OTAN situada en la montaña más al norte de Islandia, que quedó descartada básicamente porque se trataba de una base abandonada en uno de los extremos del mundo (y todo lo que logísticamente ello implica). Como curiosidad, este periplo de los islandeses buscando su nidito de grabación, inspiró un corto de animación del artista británico Arthur Cox, bajo la iniciativa de la web Music Matters, que reúne varios cuentos animados realizados por dibujantes y cineastas para reflejar lo que la música significa en sus vidas.
Y es que esa necesidad de evasión a veces puede ser una oportunidad de negocio. De hecho, hablemos ahora de uno de esos míticos parajes presentes en la historia de la realeza del rock: los estudios de Rockfield en Gales, ubicados en una granja adquirida por la familia Ward a principios de los años 50, y que hasta 1968 se dedicó exclusivamente a la cría de ganado. Los hijos de los propietarios, Kingsley y Charles Ward, tenían una banda llamada Charles Kingsley Combo con la que esperaban grabar para EMI, pero... fueron rechazados por el legendario productor George Martin. Aquel desplante sirvió para que los hermanos volvieran a casa, comprasen el equipo necesario, y montasen uno de los primeros estudios de grabación privados, fuera de las grandes discográficas, y a la postre uno de los más famosos de Reino Unido, en el que grabarían bandas como Queen en su A Night At The Opera, Motörhead con el Ace of Spades, Black Sabbath con su Paranoid (quienes fueron unos de los primeros en estrenar las instalaciones) o todo un paseo de la fama del rock desde Oasis, Stone Roses, Led Zeppelin, The Cure...y todo mientras seguían cuidando animales. ¿La clave? Unas instalaciones inigualables que concedían total libertad para los músicos, y convertirse el primer estudio residencial del mundo, creado para que las bandas pudieran ir y alojarse en el tranquilo entorno rural, y cuyas historietas quedaron recogidas en el fantástico documental de 2020 "Rockfield: The Studio on the Farm" dirigido por Hannah Berryman.
Y si mencionamos entornos relajantes, nada comparable a la familiaridad del hogar. Foo Fighters grabó uno de sus mejores trabajos, Wasting Light (RCA, 2011), en el sótano de la casa de su cantante Dave Grohl, bajo la supervisión del que fuera productor del disco Nevermind de Nirvana, Butch Vig. Buscando la vuelta a las raíces y que todo se hiciese de la manera más artesanal posible, la grabación se llevó a cabo con cinta analógica, y hasta buscando comprobar las mezclas en los coches de los miembros de la banda, ya que "si suena bien en un estéreo pésimo, sonará bien en cualquier lugar". Estas sesiones se recogerían en el documental Back and Forth y para la promoción del álbum, la banda tuvo la genial idea de llevar a cabo una serie de siete conciertos por garajes de los fans, que (también) culminaría en otro documental llamado Garage Tour.
Otro que buscaba recogimiento fue Bruce Springsteen quién acabó por grabar su disco Nebraska (Columbia, 1982) en su casa de New Jersey... aunque esto no fuese exactamente su primera intención. Tras el éxito de The River (Columbia, 1980), Springsteen quiso recuperar un sentido más íntimo para su música, y se puso él solito a plasmar las demos de lo que tenía en su cabeza en una grabadora de cuatro pistas, con la idea de presentarlas más tarde a la E Street Band y regrabarlas junto a ellos en formato eléctrico. El problema, o la suerte, fue que las sesiones con la banda al completo no capturaron la esencia de sonido árido con el que el cantante quería ahondar en los personajes de la América profunda que pululaban por el abismo, así que finalmente fueron aquellas primeras versiones domésticas las que salieron a la luz, y convirtieron a Nebraska en uno de los discos más especiales del cantante estadounidense.
Las mansiones y los castillos también han sido destinos "grabacionales" para los músicos. Dentro de las primeras, una de las más míticas es The Mansion, una encantadora y encantada (como mandan los cánones de cualquier mansión que se precie) construcción de 1918 que acabó en manos del famoso productor Rick Rubin, y que acogió emblemas discográficos como el Blood Sugar Sex Magik, de Red Hot Chili Peppers, De - Loused in the Comatorium de The Mars Volta, o Out of Exile de Audioslave. Pero por famoso y por truculento, nos quedamos con Le Pig, también conocido como Pig, que fue un estudio de grabación casero ubicado en la dirección postal de Cielo Drive 10050, Beverly Hills, California, es decir, el lugar donde ocurrió uno de los asesinatos más famosos de Hollywood: el que protagonizó la familia Manson cargándose de forma bastante siniestra a Sharon Tate y compañía en agosto de 1969. La casa en cuestión fue ocupada por la banda de Trent Reznor Nine Inch Nails para la grabación de los discos Broken (Nothing, 1992) y The Downward Spiral (Nothing, 1994), y bautizado como "Pig" (cerdo) en honor a la palabra que los asesinos garabatearon con la sangre de Tate en la puerta principal. Reznor siempre defendió que cayó en aquella casa por casualidad buscando una localización que reuniera las condiciones adecuadas, y que no fue como su entonces colega Marilyn Manson, quien también grabaría allí su debut Portrait of an American Family (Nothing, 1994) producido por...el mismo Trent Reznor, y que según Reznor sí buscaba un golpe de tenebroso efecto.
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Mansión de Jane Seymour donde Radiohead grabó Ok Computer |
Ah, y castillos. Antes de ser designado el lugar de bodas preferido de Reino Unido, el Castillo de Clearwell, en el pintoresco pueblo de Clearwell y muy cerca de la frontera galesa, fue utilizado por Led Zeppelin, Deep Purple y Mott the Hoople entre otros como estudio de ensayo y grabación. Fue allí donde Deep Purple grabó Burn en 1973, y donde Black Sabbath encontró la inspiración para escribir, correr detrás de fantasmas, dormir con cuchillos bajo las almohadas, ensayar en mazmorras y hasta grabar un disco, concretamente su aclamado Sabbath Bloody Sabbath también de 1973.
Otros que se mudaron a un castillo para parir un pepino fueron los Radiohead en su Ok Computer (Parlophone, 1997). Los ingleses alquilaron un castillito del siglo XVI llamado St. Catherine's Court, a unos 200 kilómetros de Londres y propiedad de Jane Seymour para montar un estudio de grabación que acabó por ofrecer un generoso abanico de posibilidades acústicas para capturar las voces en lugares tan dispares como salones de baile, bajos de escalera o baños.
Y es que si hablamos de acústica, los ingenieros de sonido o los propios músicos pueden ponerse "especialitos" a la hora de querer capturar los sonidos tal y como los tienen en la cabeza. Por ejemplo, parece que la discográfica Stax Records, ubicada en un antiguo cine en Memphis, tenía los baños recubiertos de azulejos en las paredes y el suelo, dando como resultado una reverberación y un eco muy óptimos a la hora de grabar las voces. Booker T. Jones, de la banda Booker T and the MGs, y uno de los habituales de aquellas sesiones, reconocería que: "Parte del sonido clásico de Stax surgió de nuestras limitaciones. En los baños colocábamos un micrófono justo en el centro y un altavoz mirando hacia la pared. El éxito soul de Sam y Dave de 1966, “Hold On, I'm Coming”, fue una de las primeras grabaciones de Stax en utilizar esta técnica de producción."
Pasillo con baño en Rockfield para el eco (Imagen del documental, Rockfield, Estudio en la Granja) |
También dentro de la asignatura de lugares con acústica especial, reseñable es la fantástica historia detrás de la grabación del disco Black One (Southern Lord, 2005) del grupo de drone doom metal, Sun O)))), en el que se dice que para registrar una parte de las voces de la canción Báthory Erzsébet encerraron en un ataúd al cantante del grupo Xasthur, Malefic, (sufrido colega, mejor persona, que padecía claustrofobia y que se prestó a colaborar en el disco), para conseguir la mejor de sus tomas. Los créditos de la canción en Wikipedia, citan textualmente sobre las voces de Malefic: Calls from beyond the grave.
Siguiendo con las atmósferas opresivas, con motivo del décimo aniversario de la plataforma petrolera de Statoil en el Mar del Norte, el comité de festejos del lugar decidió contratar a la cantante británica Katie Melua, para dar un concierto a más de trescientos metros de profundidad, o sea...allí mismo. El evento, celebrado en octubre de 2006, obtuvo el reconocimiento de ser el concierto submarino más profundo por el libro Guinness de los Récords. Esta misma institución que busca la sana competitividad entre gente con mucho tiempo libre también "premió" a la banda Miners & Sons con el "Deepest underwater concert contained", por el concierto a mayor profundidad bajo tierra, concretamente a 2.469 metros de profundidad en algún rincón recogido de la mina de Kidd, en Ontario (Canadá). Y por algo parecido, desde otro ángulo, obsequió a Jamiroquai en 2007 por romper el récord del concierto "highest & fastest", tras la aventura de subirse en un avión con unos pocos afortunados en el aeropuerto de Munich, y completar un vuelo/concierto hasta Atenas, durante el cual no sólo logró mantenerse en pie, si no salir airoso para dar un nuevo recital en la capital griega, esta vez en suelo firme.
Más lugares recónditos donde la gente se va a dar bolos: la Antártida. Allí, y para más detalle en la estación científica de Carlini (perteneciente a la República Argentina) se plantó un día de diciembre de 2013 la banda que todas las familias quisieran tener como yernos, Metallica, en su reto de tocar en los siete continentes en menos de un año dentro de su gira Death Magnetic Tour. El recital contó con no pocas medidas de seguridad encaminadas a reducir a la mínima expresión cualquier atisbo de impacto ambiental que pudiese ocasionar su puesta en marcha. Para ello, la banda tocó en el interior de un domo transparente y totalmente insonorizado, tomando la energía de paneles solares transportados de forma expresa para ello, y emitiendo directamente a los auriculares que disponían los pocos asistentes al evento: privilegiados ganadores de un concurso promocionado por una marca de bebida y científicos residentes de las bases cercanas. El concierto puede encontrarse en distintos formatos bajo el título de Freeze 'Em All, nombre-guiño a su álbum debut Kill' Em All de 1983.
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Metallica bajo cero, por Santiago Bluguermann |
Hablando de la Argentina, Javier Calamaro (hermano de Andrés), se sumergió en mayo de 2008 en una cápsula para dar un concierto de bienvenida a las ballenas que todos los años se dan cita por esas fechas en las costas de la región argentina de Chubut. La interpretación duró 45 minutos y, para desconcierto de cetáceos y humanos "merodeantes", un miembro del equipo sostuvo que "en la superficie se colocaron ocho parlantes de 60 vatios cada uno, con el propósito de que se coordine la música con el movimiento del mar, para que las ballenas entren en trance". No sabemos si las ballenas se han vuelto a acercar por ahí.
Siguiendo con los entornos naturales, pero en tierra firme y mucho más cerca, la banda británica Crystal Fighters se reunió en mayo de 2013 junto a los navarros Wilhelm & The Dancing Animals, y los guipuzcoanos Belako, para dar un concierto en las famosas Cuevas de Zugarramurdi (Navarra), bajo el lema Cave Rave, que daría pie a un disco que más tarde sería editado con el sello Different Recordings.
Y para ir terminando, pondremos el foco en lugares que tradicionalmente se han llevado un buen número de actuaciones: Hablamos de los conciertos celebrados en hospitales y las cárceles, que involucraron a sus protagonistas en distintas causas sociales. The Cramps se subieron a las tablas de un hospital psiquiátrico para su Live at Napa State Metal Hospital; Rosendo (Siempre hay una historia...en directo DRO, 1999) lo hizo desde la cárcel madrileña de Carabanchel; también Johnny Cash, grabó hasta cuatro discos entre los muros de varias prisiones: At Folsom Prison (Columbia, 1968), At San Quentin (Columbia, 1969), På Österåker (Columbia, 1973), en Suecia, y A Concert Behind Prison Walls (Columbia, 1976); y BB King dejaría registrado su paso por el trullo en el Live in Cook County Jail (ABC, 1971)...pero una cosa es montar un sarao en una de estas instituciones, y otra de más mérito es grabar un disco en su interior. Burzum, la monobanda liderada, capitaneada y ejecutada por el pirado de Kristian "Varg" Vikernes, testigo de primera mano en el parto de la escena noruega del black metal, y del asesinato de otro de los implicados en lo primero, grabó dos discos desde la cárcel desde donde cumplía condena por lo segundo. Los discos, Dauði Baldrs (Misanthropy Records, 1997) y Hliðskjálf (Misanthropy Records, 1999), los registraría únicamente con la ayuda de un sintetizador y una grabadora, que era lo único que podía utilizar en la cárcel.
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BB King desde la cárcel por Steve Ringman |
En fin. Es todo, amigos. Sólo nos queda dedicar la entrada a todos los ingenieros de sonido que trabajaron en todos los bolos o álbumes citados en esta entrada, y rezar por sus restos. Disfruten y no pongan paredes al estudio de grabación. ¡Salud!
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